Ya convencido de que Peaky Blinders debía llegar a su final en la sexta, y no en la séptima temporada, el director y productor ejecutivo Anthony Byrne se dio un respiro para revisar la posproducción de los últimos episodios y viajó a Ciudad de México para “refrescarse”.
“Visitar la Isla de las Muñecas, en Xochimilco, fue alucinante. La primera vez que fui a México me pareció una experiencia transformadora, me cambió muchísimo. La segunda fue trascendental, me marcó para siempre”.
“Conozco Tijuana, Tulum, CDMX, Oaxaca, y si ahí descubrí tanta diferencia de ciudad a ciudad, siento que me hacen falta muchos lugares por recorrer, por descubrir”, Anthony Byrne, director y productor de “Peaky Blinders”.
Esta serie, de la que Netflix subirá su última entrega desde mañana, narra las andanzas de la banda de los Peaky Blinders, en Inglaterra, tras el final de la Primera Guerra Mundial.
Para Byrne fue su mayor desafío creativo y laboral, y por ello refirió la importancia de su viaje a México para darle el visto bueno a todos los procesos finales.
“Me sucedió hace siete años, que conocí México (y estaba el auge de Peaky Blinders). Tomé un tiempo para salirme de toda esa vorágine de comentarios, notas, información, y estuve en Oaxaca, CDMX Ustedes, que viven ahí, no lo notan, pero para los extranjeros es un respiro, nos llena de color y de inspiración”, recordó Byrne, en entrevista exclusiva desde Los Ángeles.
Y sí, justo cuando la teleserie, emitida originalmente en la BBC y protagonizada por Cillian Murphy y Sam Neill, vivía su furor en el mundo, fue que el productor pasó unas semanas en el País y se reencontró consigo mismo. Regresó a la rutina y, después del encierro y la depresión pandémica, ni lo pensó dos veces para volver a la misma acción. Lo consideró un gran acierto ante la presión que se le venía.
“Una de mis mejores amigas (productora y cocreadora de la serie, Caryn Mandabach), me dijo: ‘Te compro un boleto de avión a donde quieras, porque tienes que salirte de esto ahora’. Y le respondí: ‘A Ciudad de México’.
“Soy el mayor admirador de Leonora Carrington y quise conocer mucho más de su trabajo. Visité la Casa Roja de Frida Kahlo y el lugar que me pareció súper alucinante fue la Isla de las Muñecas, en Xochimilco. Me desconecté de mi día a día y conecté con México como nunca, y me prometí volver”.
Se tomó fotos en Xochimilco y apreció la paleta de colores y texturas de las trajineras y lo artístico de la casa de las muñecas, contó.
Recorrió algunos museos y se apostó en cafés, restaurantes y bares a respirar la atmósfera local. Eso le dio un descanso de la presión que significaba revisar el trabajo de posproducción de la serie y convencerse de que había sido la mejor decisión dejarla en la sexta temporada.
“Queríamos que fuera hasta la séptima, pero cuando comenzamos a rodar en el 2020 todo se paró y cambió los planes. Mucha gente decía que todo duraría un mes y terminó siendo de casi dos años.
“Si la dejábamos en siete, habría habido un periodo muy largo de tiempo entre una y otra. Y luego pensamos en una película, ¿puede haber película? Probablemente, nadie lo sabe. Por lo pronto, ya terminamos la sexta y todos quedamos felices con los resultados”.
En Peaky Blinders, Tommy Shelby (Murphy) es el personaje central, que, junto a sus hermanos, muestra su poderío como una banda callejera que hace lo que le apetece en Birmingham.
La audiencia ha seguido de cerca el desarrollo delictivo de la familia y las pesquisas que han generado las autoridades para capturarlos. Byrne ha dirigido al menos cinco episodios de cada temporada y no pierde detalle de la ingeniería de sonido, dirección de arte y fotografía.
“Suelo involucrarme al máximo con el equipo con que trabajo, y el mayor deleite fue poder contar con actores del máximo nivel, como Cillian y Sam, en el mismo set, los mismos días, hacer que coincidieran sus agendas”.
Originario de Dublín, de 46 años y director de otras teleseries, como Silent Witness y Ripper Street, Byrne se describió como un enamorado de la cultura mexicana, y no por moda, sino porque asegura que lo suyo es tomar café en algún punto del País y derretirse plácidamente con el sol y apreciando los colores tan contrastantes de cada sitio.