Comentamos oportunamente en este mismo espacio que las elecciones del 2 de junio se definirían en los tribunales y no precisamente en las urnas, pero no imaginamos que una de las partes, pretendería de plano ir sin enemigo al frente. La exigencia de Morena por deshacer o inhabilitar la alianza del PRI-PAN-PRD, confirma lo que se empieza a percibir, una elección competitiva y cuyo desenlace aún no está definido como en un principio se creyó, en esas condiciones que mejor solución, que desarmar al enemigo.
La versión que se extendió por todo el mapa tamaulipeco de que Morena “arrasaría”, empieza desmoronarse conforme se acerca el día “D”. Y ahora se confirma al hacerse manifiesto los signos de preocupación de la corriente guinda, que busca la manera de ir sin enemigo al frente el 2 de junio.
Esa es la pretensión de la Presidenta de Morena, Yuriria Iturbe Vázquez, cuando argumenta supuestas irregularidades en el registro de la alianza “Fuerza y Corazón por Tamaulipas” para anular la participación de sus adversarios como alianza.
Resulta que Morena en un acto desesperado por impedir que el PAN y PRI vayan en alianza en las elecciones del próximo 2 de junio, amagó con solicitar la remoción de los consejeros del IETAM por considerar que actúan con parcialidad. Los acusó de erigirse en abogados defensores de la coalición a la que llamó “espuria”, que integran la corriente opositora albiazul y tricolor.
Las coaliciones no sólo electorales, sino de gobierno, se reconocieron en nuestro país desde el 2012 como un mecanismo necesario porque es poco probable que un mandatario nacional o estatal, obtenga una mayoría de su partido en ambas cámaras del Congreso de la Unión o en los congresos de los estados.
En ese año, el primer paso fue la firma del Pacto por México con la concurrencia de todos los partidos políticos, se reconoció como un instrumento necesario para preservar la democracia, la gobernabilidad, incluso para que el titular del Poder Ejecutivo tuviera un mayor control o pudiera interactuar con los otros dos poderes.
En fin veremos qué resultados tiene el recurso de inconformidad que plantea la presidenta del partido Morena, Yuriria Iturbe Vázquez. Es obvio que el PAN-PRI no son novatos en estos menesteres y seguramente cuidaron el procedimiento.
De no surtir efecto el procedimiento interpuesto por Morena dejará en mala posición a la señora Iturbe, será otro tropezó que exhibirá su inexperiencia y lo peor del caso, en una situación incómoda frente a la autoridad electoral que acusó de parcialidad. A la presidenta de Morena no le enseñaron el proverbio “nunca te enojes con la cocinera”, o dicho de otra manera no provoques el enojo de la cocinera.
DIFÍCIL QUE VOTANTES ENTREGUE TODO A MORENA
Ahora que la candidata de Morena-PVEM-PT, Claudia Sheinbaum convoca a los ciudadanos a que voten “parejo” por su partido el próximo 2 de junio, con lo cual busca tener una mayoría absoluta en las dos cámaras del Congreso de la Unión, traemos a este espacio los datos históricos donde se asienta que ni la fuerza del “foxismo” en los comicios del 2000 lograron una proeza como la que hoy busca la corriente guinda para tener el control de los dos más importantes poderes, el Ejecutivo y el Legislativo. He aquí la historia.
En 1994 fue la última elección federal en que un partido logró una mayoría holgada en la Cámara de Diputados, obviamente nos referimos al PRI que ganó 300 de las 500 diputaciones federales que componen el Poder Legislativo.
Desde entonces y con el primer Presidente de la República de oposición al priismo en el año 2000, las circunstancias cambiaron, se logró la alternancia con Vicente Fox, junto con él, la corriente azul logró 224 curules, que fue el 42.52 % de posiciones en ese importante foro nacional, descarrilando la ruta priista mayoritaria que prevalecía en la Cámara de Diputados, sin embargo el PAN no obtuvo la mayoría.
En esas elecciones del 2000, el PRI consguió 208 diputados, equivalente al 36.11 %, por cierto un porcentaje superior a logrado por Francisco Labastida, candidato a la Presidencia por la corriente Tricolor que sólo obtuvo el 21 % de la votación. Mientras que la izquierda encabezada por el PRD y la Alianza por México, lograron 66 diputaciones federales lo cual equivale al 16.64 % de la votación, por su parte el hijo de Tata Lázaro consignó sólo un 6.9 % de los sufragios emitidos.
Cómo usted puede ver en el año 2000 cuando el voto ciudadano se ejerció libremente, en todo momento hubo una mayor votación para los candidatos a diputados federales que por los candidatos a la Presidencia de la República, y esa tendencia se repite en las tres principales fuerzas de esa época, la del PRI, PAN y PRD. Es un comportamiento que de alguna manera nos muestra la independencia del interés ciudadano en esos dos terrenos, el de la elección presidencial y las de los diputados federales.
En 2012 gana la Presidencia de la República el priistas Enrique Peña Nieto, y su partido el PRI obtiene el triunfo con 241 diputados federales, que si bien, triunfa en la mayor parte de los 300 distritos federales, nuevamente no logran la mayoría en la Cámara de Diputados. En 2018 cuando López Obrador con más de 30 millones de votos alcanza la Presidencia de la República, le acompaña el triunfo en 253 distritos y un total de 308 diputados federales con los plurinominales, con lo cual logra mayoría simple en la Cámara de Diputados.
Estos antecedentes nos revelan que es muy difícil que sea quien sea la próxima presidenta de la República, tenga un control absoluto sobre las dos cámaras que conforman el Congreso de la Unión. Sheinbaum no desperdicia la oportunidad para pedir el voto ciudadano para ir por “todo”, mientras que su adversaria Xóchitl Gálvez no se ocupa de ese tema, quizá porque siendo una especialista en el tema matemático, ya hizo un ejercicio numérico y sabe del mecanismo que opera en estos casos.