Dos percepciones del todavía reciente proceso electoral en Tamaulipas me llaman la atención.
Las dos se desprenden de las reacciones asumidas por el Partido Acción Nacional en lo que a los resultados de las votaciones se refiere. Lo confieso, no entiendo al dirigente panista en el Estado, Francisco Elizondo Salazar.
Si me permite le diré por qué. Va la primera percepción.
El líder azul en la Entidad -no podía esperarse otra cosa- ha rechazado en todo momento el recuento de votos que le dio el boleto al Senado al médico Américo Villarreal Anaya por un margen mínimo. Hasta ahí es lo usual en una contienda de esta naturaleza.
No es eso lo que levanta las antenas de este servidor. Lo que me sorprende es el reparto de culpas que hace Elizondo para tratar de deslegitimar la victoria del candidato de Juntos Haremos Historia, que no es otra cosa que MORENA.
“Kiko”, como le llaman sus cercanos, se fue a la yugular del Instituto Nacional Electoral, responsable absoluto de los comicios federales, para denunciar presuntas irregularidades que afectaron, según él, a los intereses panistas, coaligados con dos membretes más.
Todo normal hasta ahí, pudiera decirse, hasta que en forma absurda Elizondo también responsabilizó de sus desventuras en las urnas al Instituto Electoral de Tamaulipas.
¿Qué diablos tuvo qué ver el IETAM, acotado en el ámbito local, en la elección de senadores?
La acusación del presidente panista tamaulipeco contra el órgano estatal parece más una rabieta que un argumento, en donde lo que importa es el desahogo y no el convencimiento. Demostró el líder del PAN mucha pasión, pero poca madurez política y peor aún, una evidente limitación para reaccionar.
Y es aquí precisamente donde aparece en forma de pregunta la segunda percepción del par de ellas mencionado en primer término.
¿Por qué si lo hizo en el terreno federal, Francisco Elizondo no increpó también al IETAM en los resultados de las alcaldías?
Caray, sólo le faltó a este instituto ponerle velitas al pastel que les entregó a las huestes azules en 31 constancias de mayoría con el mismo número de ayuntamientos.
¿Acaso en el plano municipal el IETAM fue un modelo de organización porque Acción Nacional se llevó la parte del león, pero fue un enemigo encubierto en el plano federal donde ni la nariz le dejaron meter, porque no obtuvo el escaño que peleaban?
No parece justo don Francisco. No lo es.
La verdad es que el Instituto Estatal Electoral de Tamaulipas permitió en forma sumisa que lo colocaran bajo la sombra de la sospecha por no mover ni un dedo ante las numerosas anomalías que se registraron en las casillas el domingo 1 de julio. Y ahora el principal beneficiario de esa jornada le paga con acusaciones. En lugar, a manera de premio, del besito para el de huaraches, como decía mi inolvidable compadre Andrés Espinosa, lo exhiben como indolente.
¿Pero quién dijo que la política es justa?…
TRES AÑOS
Tres años atrás la fiesta era total. La fiebre priista recorría todos los rincones de Tamaulipas con ocho diputaciones federales alcanzadas. Carro completo, como se dice en el argot electoral. Eran los dueños del mundo.
El presente para el Revolucionario Institucional parece surgido de otro mundo. Ni una sola diputación conseguida y mucho menos una Senaduría, con el añadido de una debacle total en los ayuntamientos. En términos crudos, fue una carnicería la sufrida por el tricolor en el Estado.
Hubo en esos días voces que llamaron a la prudencia en el PRI y advirtieron que ese resultado se originó en la pobreza de candidatos opositores y no en la calidad, salvo dos honrosas excepciones, de sus abanderados.
Prefirieron el jolgorio en lugar de escucharlos. Hoy sufren las consecuencias…
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