Una vez más, el tema de la seguridad en Tamaulipas se politizó tras un hecho trágico. El asesinato del ex alcalde panista de Burgos, Jorge Eleazar Galván García, abrió la puerta a una confrontación entre panistas y morenistas, quienes en lugar de honrar la memoria del ex edil y enfocarse en la exigencia de justicia, se enfrascaron en una guerra de acusaciones públicas.
El PAN aprovechó el momento para cuestionar una vez mas los avances de la actual administración en materia de seguridad, mientras que Morena respondió con ataques directos al pasado reciente, recordando lo que llaman el “sexenio más sangriento” de Tamaulipas bajo el mando panista. En medio de este fuego cruzado, los ciudadanos volvemos a ser testigos de cómo los políticos colocan sus agendas por encima de lo verdaderamente importante que es vivir en paz.
El gobernador Américo Villarreal reconoció que la seguridad “no es un tema acabado” y admitió que falta mucho por hacer. Esto, tras darse a conocer que según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública de este año, Tamaulipas registró la segunda tasa más baja de víctimas de delito en todo el país y se colocó entre las siete entidades con menor incidencia delictiva. Es decir, hay avances, pero la percepción de inseguridad sigue siendo un reto.
El problema es que, mientras los números parecen alentadores, la violencia toca vidas de carne y hueso, como la de Galván García, entre otros. Y aquí es donde la política debería ceder paso a la sensibilidad. Lo mínimo que merecen las familias de las víctimas es respeto y un compromiso real por la justicia, no discursos cargados de cinismo ni ruedas de prensa convertidas en tribunales políticos.
El Congreso local guardó un minuto de silencio por los ex alcaldes recientemente fallecidos, entre ellos el de Burgos. Y aunque fue un buen gesto, este homenaje debería recordarnos que la política debe servir para construir soluciones, no para seguir dividiendo a la sociedad entre colores.
Tamaulipas ha avanzado en materia de seguridad, sí, pero todavía falta mucho. La estrategia requiere más que cifras, exige coordinación, transparencia y, sobre todo, empatía con los ciudadanos que siguen viviendo con miedo.
Lo que necesitamos los tamaulipecos no es saber quién fue peor en el pasado o quién presume más en el presente, sino la garantía de que cada día estamos más cerca de vivir sin violencia.
Que Dios los bendiga, gracias. Leo sus comentarios en mis redes sociales.