En España, el Testamento Vital tiene escasa acogida, apenas lo ha tramitado 0,6% de la población, aunque se implanta con éxito en muchos países. Planificación Anticipada de los Cuidados (PAC), es la voluntad del paciente, modificable las veces que sea preciso acorde a la evolución del padecimiento. Permite a la persona expresar su voluntad en las distintas circunstancias que pueden plantearse durante el transcurso de la enfermedad.
La población en general y, con mayor razón con enfermedad avanzada, tiene miedo hablar del final de la vida; muchas ni siquiera se plantean que eso va a llegar, por lo que hablar del testamento vital no está en su prioridad, aunque es en este contexto cuando la Planificación Anticipada de Cuidados cobra fuerza pues es un proceso evolutivo de toma de decisiones en el que el paciente, en función de sus valores y creencias y ayudado por el equipo asistencial, expresa su preferencia y la atención que desea recibir en posibles escenarios durante la trayectoria de la enfermedad y para cuando no pueda decidir personalmente.
El eje de este modelo que se acepta en algunos puntos del país, es la comunicación entre la persona, familia y profesionales que la atienden, y parte de la consideración de formar un paciente capaz, informado y ayudado por el equipo asistencial. El principal reto se relaciona con el hecho de que el fin de la vida sigue siendo tema tabú.
La consecuencia de esta realidad, es que la gran mayoría de pacientes no reciben la información necesaria sobre el proceso final de la enfermedad, a veces porque los médicos carecen de experiencia sobre cómo decirlo; porque la familia no quiere decirlo por temor y otras, porque el paciente no pregunta por temor a que la respuesta sea la que no desea oír, creándose un círculo de silencio que dificulta enormemente la comunicación y la toma de decisiones.
Vivimos una cultura del bienestar que hace que nos centremos cada día más en buscar aquello que nos haga felices. La muerte se ve como fracaso, al punto que en muchas universidades enseñan al estudiante de Medicina a salvar vidas y dejan de lado que el final de la vida es inevitable, que los profesionales estamos para curar y para acompañar durante el proceso final de la vida. Si médicos, enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, deberían llevar el estandarte del cuidado y el acompañamiento en todo momento, y no lo hacen por falta de formación, las personas que desconocen el sistema sanitario y que se fían del sistema, no ven otra posibilidad que la de la Medicina como curación y la muerte como fracaso, situación que genera desconfianza, recelo, búsqueda de segundas y de terceras opiniones y de opciones para que el paciente continúe recibiendo atención hospitalaria ante la negación a la pérdida que casi siempre, a estas alturas, es inevitable, y muchas veces, descanso para el paciente ante una mala calidad de vida, en un ambiente extraño, conectado a tubos, sin la presencia de su familia, en un entorno extraño, desconocido que le provoca temor si su condición de estado de alerta se lo permite..
La solución es naturalizar la muerte, sabiendo que es parte de la vida. Empezar a generar conciencia en las escuelas, con niños y adolescentes; instaurarlo en las facultades de Medicina. Generar un cambio en los profesionales sanitarios, pues son los transmisores de tranquilidad y bienestar al final de la vida.
Es fundamental la formación en todos los niveles (auxiliares, enfermeras, médicos, trabajadoras sociales, psicólogos, etc.), para que cada vez que uno de ellos enfrente un proceso de enfermedad avanzada, sepa dar respuestas adecuadas y brindar bienestar al paciente y su familia, teniendo en cuenta que uno no sabe cuándo el paciente abrirá la puerta de su intimidad y explicará su mundo de temores y valores.