Cabalgando con Arturo Caballero
El tiempo se presta y el viento lo ayuda,
la flama que alumbra la luz débil del día,
se nubla el entorno, el ánimo ya no saluda,
el sol se esconde, y ya no hay quién sonría.

La mañana se tarda y el vidrio se suda,
se escapa el calor y el cuerpo se enfría,
el caballo y el caballero de la recia figura,
no pierde su estampa, va en paz y armonía.

Su paso es sereno, callado, ninguno sufría,
el hombre leyenda quedó, su vida fue ruda,
y lo hizo tan fuerte, que tuvo una muerte tardía,
Arturo siguió cabalgando, y su cuaco suda que suda.

Relincha Tornado, saluda a la gente, haz que se ría,
no voy renegando, no hay quebranto ni amargura,
sólo hay gratitud por todo lo que en vida yo hacía,
que resuenen tus cascos, en el suelo de laja tan dura.

¿Quién viene marchando en la patria, muy tuya, muy mía?
¡Es el charro de Santiago, que viene con porte y bravura!
¡Alza muy alto el lábaro patrio, con orgullo y fiel gallardía!
Que mañana, mañana será otro día, cuelga tu fina vestidura.

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