Agradecido y feliz.

Me quitaré esta piedra de encima, yo me la puse, y yo me la quito, no tengo que soportar nada que no quiera, bastante pesan los pensamientos negativos como para no dejarlos ir, no quiero recuerdos ingratos, sólo me importa agradecerle a la vida el estar vivo y el estar aquí contigo.

No dejaré que las noches sean más largas que las mañanas, si he de levantarme al alba y ésta tardara más de lo debido en aparecer, prenderé mi luz interior, para apreciar en todo lo que vale el estar junto a ti.

Ya no quiero ver caras tristes, no quiero escuchar más lamentos, me alimentaré de la inocencia de los niños e iré feliz a su encuentro, mas, respetaré la sana distancia, pero estaré tan cerca de ellos que puedan sentir, el calor que emana de mi cuerpo, para que no piensen que soy frío o que me rendí.

Miraré al sol con orgullo y de frente, lo dejaré acariciar sin temor todo mi cuerpo, él estará más consciente que yo, pues sabe, que no me gusta para nada lo oscuro, le permitiré iluminar mi cara, para que toda la gente se percate de que aún, detrás de una máscara fría, mi sonrisa sigue presente.

A mis amigos, los contagiaré de esperanza, para alejarlos del panorama sombrío, que nos impuso la maldad existente, que le apuesta al dolor, a la tristeza y al hastío, para vencer nuestra fe persistente.

En mi vida sólo hay cabida para un Dios verdadero, ante él me arrodillo de siempre, para pedirle proteja la vida, en el paraíso con amor heredado; en esta tierra bendita, a la que muchos se han empeñado, en ver su desolación y caída.

Insensato el que deja escapar la alegría, ignorante, el que no quiere ver, ni escuchar de Jesús la palabra divina, que con humildad y sencillez nos predica, diciéndonos que la única buena salida, ha sido hoy y siempre, guardarnos con la cautela debida, aplicando, lo que en salud se le llama: medicina preventiva.

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