Pesadumbre

Qué difícil es fingir que estamos bien y que no pasa nada,
cuando los minutos, las horas, los días, y los meses pasan,
pasan, como pasan tantas cosas malas que nos duelen.

Qué difícil sonreír hoy, sin motivo y ya no tener tiempo,
al llegar las heridas fatales, de forma tan vil e inesperada,
para lastimar el cuerpo y llegar hasta el fondo del alma.

Qué difícil es dejar ir lo que más se quiere y más se ama,
refugiarse en la tristeza y en la soledad del vacío de la nada,
cuando el tiempo inflexible cobra con salud y nos reclama.

Qué difícil sentir el miedo, por tener la vida abandonada
y dejar, la incertidumbre, consumir la alegría y la esperanza,
culpándonos como ya es costumbre de todo lo que pasa.

Qué difícil hablar con la verdad que tanto rehuimos y nos duele,
y callar después, esperando el amor que con ternura nos abraza,
cuando cansados estamos, deseando que la vida se nivele.

Qué difícil reconocer que el destino nos persigue y nos alcanza,
y preguntarnos, si habrá alguien que por ello nos consuele,
al reconocer que la imprudencia es hoy el fiel de la balanza

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