Cómo quisiera haber podido darte la fuerza de espíritu, para que pudieras, con ello, resistir las tormentas que se iban presentando en tu camino. Hasta ahora me doy cuenta, que no bastaron las palabras tiernas, ni el amor desmedido que pude darte; ahora me doy cuenta, que tu intuición o tu brillante inteligencia, pudo descubrir en mi forma de ser, las debilidades que no se pueden ocultar sonriendo falsamente, o demostrando una actitud decidida, cuando todo mi interior temblaba por atreverme a retar las injusticias en vida.
Ahora sabes por qué eres así, porque lo único que pude heredarte, fue mi romanticismo, mi fantástica forma de ver la vida, al encontrar en la tormenta más fiera, un dejo de armonía, que servía de referencia para escribir poemas, que más que denotar la alegría, siempre han sido el eterno anhelo de aquello que me hubiera gustado que fuera.

Ahora sabes, que la semilla de bondad que sembré en tu noble corazón, poco a poco te fue haciendo perder la visión de la realidad que vivías, porque el mal que siempre ronda nuestras vidas, yo lo justificaba por la falta de oportunidades que otros no habían tenido, y de ahí, la sombra que los hacía obrar con maldad, por eso te mostraba siempre el otro lado de la moneda, la que nos hace ver en los demás, a un hermano que merece ser amado, que merece perdón, pero sobre todo, merece de nuestra misericordia para encontrar la salida y liberarse de aquello que lo hace herir a sus semejantes.

Ahora sabes que has tenido un padre débil, acobardado por el primer golpe recibido, por el temor de que a ti te sucediera lo mismo, que requirieras de un solo golpe, para no poderte enfrentar con la verdad que hoy te deprime y te acobarda.

Afortunadamente para personas como tú y cómo yo, siempre existe algo más grande que el peso que llevamos a cuestas, y eso es el infinito amor que Dios Padre nos obsequia, y así como a mí me ayudó y me ayuda diariamente a cargar con mi cruz, y me liberó y libera de la condena eterna que no merecía, y que acepté con resignación, te ayudará también a ti, para que salgas adelante, porque tienes un alma buena.
Tienes una larga vida por delante, no te rindas ahora, no hay enfermedad más grande que la de tener el alma herida, por eso yo te obsequio la medicina que ayudó a sanarme.

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