Continuemos recorriendo Victoria, apelando a los recuerdos.
Al oriente como no tener plasmada en la memoria de los grandes, amplios henequenales del plantel Morelos que después diera lugar a una industria la Victoria Textil quien estaba al frente el señor Suárez, el que por ese motivo su esposa e hijos también residieron aquí, simpáticos, agradables de origen yucateco, no olvido la forma de hablar de la señora, su acento.
Después de los henequenales, las huertas de naranjales y limones.
La mayoría de las familias acomodadas poseían las mencionadas huertas.
Volvamos a mi vida, terminé la Secundaria e ingresé a la Preparatoria, cursé el bachillerato de Ciencias Sociales, después de graduarme al poco tiempo me casé.
Procreando cinco hijos victorenses.
En la actualidad, el mayor de los varones vive su eternidad al lado de Jesucristo y segura estoy que organiza a los ángeles y forma grupos de alabanza para adorar con coros a Dios nuestro Señor…
Añora la ciudadanía esa tranquilidad, la confianza que vivimos por tantos años, dormíamos por el calor con las ventanas abiertas, recorríamos a pie para nuestras diversas actividades.
No sentíamos temor por nuestros hijos si salían por las noches a alguna fiesta, reunión o iban al cine.
El cambio ha sido radical y nos pesa al comparar esos antiguos tiempos en nuestra Victoria.
Por hoy es todo.
Hasta la próxima. Carpe diem.