De un par de años a la fecha nunca me han invitado a algún evento, por eso me percaté hasta en la tarde de ayer, del abandono de la fecha.
Este jueves 7 de junio estuvo dedicado como desde hace muchos años, a conmemorar la Libertad de Expresión o de prensa para algunos. Parece que la mayoría olvidó la celebración, porque no vi en Victoria o en el Estado, a algún orden de gobierno que reconociera a ese derecho como un valor básico para el desarrollo de una sociedad.
¡Cuán lamentable es este menosprecio!
Habrá quienes piensen que el origen de esta jornada es mezquino o que quienes laboramos en este terreno hemos hecho o no hemos hecho, según sea el caso, lo necesario para dignificar a la profesión y por lo tanto no merezcamos unas palabras de aliento, pero esa libertad no puede personalizarse ni medirse con la vara del comportamiento humano.
Es un atributo que se debe honrar por su significado, al margen de quienes la enaltezcan. la contaminen o la manipulen. Que se agache quien sienta que le puede tocar una piedra.
En forma tardía lamentablemente, pero elevo mi copa –para eso soy muy bueno– y brindo por la libertad de expresión, esa reina que muchos juran que no existe, pero a la cual todos hemos utilizado.
¿Para bien o para mal? Usted tiene la palabra…

EL DIABLO LOS CRÍA…
Ayer el Obispo de Victoria, Antonio González Sánchez, virtió un opinión sobre las coaliciones políticas que debería ser analizada con mayor detenimiento.
El prelado lanzó una interrogante al aire para quien guste tomarla: ¿Para qué hay tantos partidos si terminan uniéndose y formando dos o máximo tres grupos para buscar votos?
En una libre traducción, podría señalarse al respecto que Dios los cría y ellos se juntan. O el Diablo en este caso.
Vaya que tiene razón el jefe de la Diócesis victorense.
En este proceso electoral queda claro que las ideologías, los postulados, los estatutos, los objetivos, todo lo que manejan los partidos como identidad propia, están en el cesto de la basura. Es tal la mescolanza en ese terreno, que conviven santurrones con herejes, capitalistas con comunistas, liberales con conservadores y todo lo que pueda sonar a posturas y visiones antagónicas, en una fiebre animada por un solo propósito: alcanzar el poder.
Ya lo dijo Andrés Manuel en una de sus frases más descriptivas: ¡Al diablo las instituciones!
En este escenario, resulta imposible encontrar un priísta que no sea o haya sido panista, un perredista que no sea priísta, un moreno que no sea naranja, un panista que no haya militado en el PRI y ahora es petista, un verde o turquesa que no haya sido priísta, panista y hasta moreno. Y así, en una sarta de combinaciones que mandan al demonio los fundamentos de cada facción y generan un batido de chile, dulce y de manteca.
Como dice el Obispo: ¿Para qué tantos partidos?
Parece que sólo hay una respuesta: Para derrochar los miles de millones de pesos que se gastan alegremente. Eso sí, con orden:
Se los agandallan, pero separados…

FALTAN MÁS
Creo que los diputados Joaquín Hernández Correa y Alejandro Etienne Llano se quedaron cortos.
Al llamado para que comparezcan en el Congreso los Secretarios de Educación y de Seguridad Pública, deberían agregar a la titular de Salud, al de Desarrollo Económico, al de la Procuraduría General de Justicia, a la Secretaria de Obras Públicas y a dos o tres más, cuyo trabajo hasta ahora no es precisamente un modelo de eficiencia.
Anímense legisladores. Esta es la oportunidad de quitarse dos o tres rayitas del traje de tigre que los adorna…

@LABERINTOS_HOY
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