Hay quienes esperan que algo ocurra y la elección extraordinaria para elegir senador sea pospuesta y sustituido el procedimiento, o de plano que el Senado de la República encuentre el argumento legal que le permita no formular la declaración de la vacante, trámite que tiene como plazo el 8 de noviembre próximo. Este desánimo por llamarlo de alguna manera, es por los costos que implica una campaña en la que hay que recorrer todo el estado y que en este caso no hay recursos del INE para apoyar la tarea proselitista, salvo los spots de radio y televisión que aportan gratuitamente los concesionarios.

Los candidatos sólo dispondrán del patrocinio de los partidos políticos y de sus simpatizantes y recursos propios.

La senaduría en cuestión, esta vez no resulta muy apetecible para quienes tienen un peso político real, y que preferirían tener una curul en la Cámara Alta ganada en los comicios de 2024 con proyección para la gubernatura. Realizar una campaña de esta naturaleza tiene un costo económico que no será recuperable con los salarios y dietas propios del encargo que apuradamente durará año y medio, eso examinado en un escenario triunfador. En pocas palabras estamos frente a una elección donde son menos los beneficios y más los gastos.

Ahora, los que van a participar sólo por cumplir y sin posibilidades de una victoria, tienen un panorama francamente desolador, porque incluso en coalición con Morena, que serían el PVEM, PT y PRD, de todos modos tendrían que “apoquinar” algo para un candidato que no es suyo.

En el caso de Chucho Nader, el alcalde de Tampico, le conviene más esperar a obtener la candidatura en 2024, no sólo por lo que representa como “boleto” para la rifa de la candidatura a gobernador de 2028, sino porque hay tiempo para recuperar lo que pudiera invertir en la campaña.

En la elección de senadores de 2018, el INE determinó un financiamiento público y privado para gastos de campaña por 12 millones 888 mil 999 pesos. Muchos no gastaron esa suma, pero hubo quienes ejercieron esa cantidad, incluso fueron objeto de acusaciones de sus adversarios de haber rebasado el monto, aunque esto no lo pudieron probar.

            LOS GASTOS DEL DÍA “D”

 Además de lo anterior, hay otra clase de egresos para quien tenga el propósito de ganar, y que se ejercen el día “D”, y que van desde alimentos, agua y una modesta gratificación para los que están cuidando los intereses del candidato en la casilla electoral, y que llegan desde antes de las 8 de la mañana y con buena suerte se estarán retirando a las 7 de la noche, y a veces más tarde.

Digamos que no es un día de campo, porque hay que esperar a redactar un acta, firmarla y alguien tiene que encargarse de llevar la urna con esa acta hasta las instalaciones del INE.

Eso sin contar la movilización de los votantes de su domicilio a las urnas, pago de taxis, o en el mejor de los casos gasolina para quienes se ofrezcan apoyar estas tareas desde su vehículo particular.

Claro que se puede dejar de realizar este último gasto, como ocurrió en Nayarit en su elección extraordinaria de 2021, con la consecuencia de una participación ciudadana del 14.6 %, porque esa es la realidad, el voto natural de los ciudadanos que acuden a las urnas por responsabilidad ciudadana es muy bajo.

En Nayarit, igual que en Tamaulipas, Morena acababa de ganar la gubernatura de manera copiosa, y un año después no invirtieron en la “operación” acostumbrada y por eso ganó la senaduría con una muy baja votación.

 La percepción social en Tamaulipas, es que Morena ganará sin dificultad la elección, con el candidato que sea. Pero aun así, si no hay operación política difícilmente tendrá un representante legitimado por un porcentaje representativo de ciudadanos.

Por otra parte, será interesante ver la reacción panista, no sabemos si habrá el “empuje” financiero suficiente para la operación política, que les asegure el triunfo frente a la competencia de su principal competidor. El PAN tendría que estar preparado para actuar frente a un adversario “armado”, es decir para una participación debidamente “operada”, con una concurrencia a las urnas de cuando menos del 45 %.

 Ese es el panorama que tenemos hasta ahora.