Es uno de esos casos que no por usuales dejan de llamar la atencion en la picaresca política, relacionado ahora con un aparente intento de dividir al PRI tamaulipeco.

Un personaje aparece como protagonista estelar de ese, permítame el galicismo, “affaire”: Florentino Sáenz Cobos.
Conocí en Mante al todavía diputado local, durante la campaña a la gubernatura de Manuel Cavazos Lerma. ¡Cómo pasa el tiempo!… en 1992.
Era un político jovial, simpático, dicharachero y entrón a la hora de defender en esa zona cañera a su partido, el Revolucionario Institucional, su establo de cuna aunque no para siempre, según se aprecia en el presente.
En ese entonces el alcalde de ese municipio era Ubaldo Guzmán Quintero, de extracción panista, a quien Tino, como lo llaman sus cercanos, no dudaba en exhibir con una frase usual en él ydirigida a los mantenses que se quejaban de los malos servicios: “Sigan votando por el PAN”…
¿Qué pasó con Tino y con esa frase?
Exactamente no lo sé, pero lo que sí queda claro es que su dignidad política se perdió en el camino, al sepultar aquellas palabras con la postura asumida hoy ante el partido que años atrás denostaba y al cual ahora le sirve de tapete para mandar al diablo en el Congreso Local a su original casa política.
El aún legislador debe tener o por lo menos eso quiero pensar, razones poderosas para perder el decoro y desempeñar ese papel. No creo que de tipo económico, porque su prosperidad es histórica al estar acunada en una de las familias más adineradas y respetadas de Mante y sus alrededores, así como en su paso por numerosas trincheras tricolores que le han dejado, se dice, gruesos dividendos.
Ante esa duda me atrevo a formular como intento de explicación una hipótesis muy simple: Si no es por supervivencia su radical giro, quedan dos posibles respuestas: Es por miedo –muy improbable– o por el tamaño del premio.
Para tratar de aclarar el panorama, permítame citar al mítico detective Sherlock Holmes en sus inmortales aventuras literarias: “Eliminando una a una las posibilidades de quién cometió un crimen, la que queda es la verdad”, sostiene el perspicaz personaje.
Así que si el cambio de piel partidista de Tino Sáenz no fue por supervivencia económica y no parece que haya sido por miedo, lo que queda podría significar la verdad: Fue por el tamaño o características del premio, cuya definición se acerca a la conclusión de que se trata de una posición política, la cual por cierto ya se empieza a manejar en forma soterrada.
Y tal vez haya quien diga y con razón que no es mucho lo que se pueda lograr en apenas el año que le resta al actual gobierno panista, pero como dijo un paisano nombrado inspector de mercados en la Ciudad de México, faltando doce meses para concluir la administración:
Un año es un año…

EL RECTOR ACADÉMICO
La renovación de la Rectoría en la Universidad Autónoma de Tamaulipas llega en uno de los mejores momentos que ha vivido el Alma Mater de cientos de miles de ciudadanos, no sólo del Estado.
La institución ha ligado dos excelentes administraciones consecutivas que la ubican en uno de los planteles de su tipo más confiables en México, tanto en el aspecto académico como en la estabilidad de su población docente y estudiantil.
Enrique Etienne, el anterior jefe de esa comuna profesional, echó abajo feudos que mantenían a las facultades atadas a grupos de directores y maestros fósiles que se empeñaban en mantener el control de las mismas y con ello abrió la puerta a una generación de ideas frescas e innovadoras que fortalecieron a la UAT.
Por su parte, la labor de José Andrés Suárez Fernández en el mando universitario ha sido, hay que decirlo sin maquillajes, excelente. Los centros de enseñanza dispersos en la geografía estatal son reconocidos por su calidad educativa en todo el país e inclusive en el extranjero. El rector que ahora entregará la estafeta puede ser considerado por méritos probados en ese terreno como el Rector Académico, al no sólo mantener sino también acreentar el prestigio de la UAT en una etapa tan complicada como lo ha sido la contingencia sanitaria del Covid 19.
El terreno está sembrado y abonado. Quien llegue a la Rectoria seguramente continuará y mejorará –siempre es posible mejorar– ese trabajo. Buena suerte…

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