Ayer, una frase que sonó entre advertencia, disculpa y molestia, me llamó en forma poderosa la atención.

“Ni fácil, ni rápido”.

El autor de esas palabras fue el diputado federal electo en Nuevo Laredo, Salvador Rosas Quintanilla. El tema, el traslado de la Administración General de Aduanas a esa frontera.

No sé qué opine usted, pero esa visión me parece una señal ominosa en el escenario que cobija a la desconcentración administrativa que aplicará el nuevo gobierno federal en la mayor parte de sus actividades en todo el país.

No soy afecto a las transcripciones, pero en este caso la contundencia de lo señalado justifica aplicar una de ellas. Van los argumentos textuales del virtual legislador para sustentar esa percepción.

“No será sencillo ni inmediato trasladar entre 3 mil y 4 mil personas que laboran en AGA desde la Ciudad de México, porque se requiere solucionar tres aspectos, como contar con un nuevo edificio con capacidad para distribuir a todo el personal.

Segundo, es necesario, indispensable, disponer de más vuelos diarios -existe sólo uno actualmente- para agilizar la llegada y salida de todas las personas que requieren atención de la dependencia mencionada. Y tercero, definir el alojamiento para los empleados”.

Y fue más a fondo:

“Todos estos factores se tienen que revisar y hacer un estudio de impacto social. En dos años y medio calculo que se podría materializar el traslado de las oficinas y del personal. Si tomamos en cuenta que para hacer un edificio se llevaría un año y medio, y después trasladar a todo el personal, construir vivienda o buscarles vivienda, todo ésto se llevará su tiempo. Es una cascada de muchas situaciones que se necesitan resolver para poder absorber todo ese movimiento”.

Como dice el cronista Enrique “El Perro” Bermúdez:

¡Uff, uff y recontra uff!…

Y estamos hablando de un área con categoría de Dirección General. Ni siquiera con el nivel de una Subsecretaría.

Imagínese, si puede, el pandemónium que se desatará para movilizar a la Secretaría de Educación Pública, a la de Desarrollo Social o a la de Salud, que movilizan cientos de miles de empleados. Serán sucursales de aquel histórico y caótico mercado persa.

No sé cuál será la receta -si la tienen- de quienes elaboraron el proyecto desconcentrador y apoyaron la decisión del Presidente Electo, pero desde mi corto magín vislumbro un futuro que se puede anticipar desde el presente: Terminará el sexenio de López Obrador y apenas, si corren con suerte, estaría normalizándose el movimiento de esas áreas estratégicas. Asoman seis años de lo que la voz popular define claramente como “un auténtico margallate”.

Y disculpe el cambio de contexto, pero es evidente que lo mismo pasará con las refinerías. Lo puede escribir desde ahora.

Quizás sea una burrada mi opinión, pero como simple espectador y como simple usuario de los servicios públicos, esta reubicación de las Secretarías y de otras dependencias clave del gobierno federal, me parece una de las peores acciones anunciadas hasta ahora por Andrés Manuel…

UN TIMÓN SÓLIDO

Hay de entregas, a entregas.

La frase que podría parecer sin sentido, tiene fundamento.

Tras el resultado electoral del pasado 1 de julio en materia de ayuntamientos, es evidente que los municipios de Tamaulipas viven una realidad diferente.

Mientras en Madero y Tampico, por citar dos ejemplos, sus alcaldes que no alcanzaron la reelección están perdiendo lastimosamente el tiempo en quejas y recursos de impugnación, en Victoria el presidente municipal Óscar Almaraz Smer sigue trabajando para pasar la estafeta de la capital en condiciones muy favorables para quien le sucederá en el cargo.

Es obvio que no entregará una comunidad sin tacha porque no existe el municipio perfecto, pero también es evidente que dejará un timón que aunque algunos se obstinen en negar, está mucho más sólido y aceitado que dos años atrás.

Bien hecho, alcalde…

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