Recordará, querido lector, lectora, que en colaboraciones anteriores he planteado la pregunta ¿Qué hay que hacer para revertir la tendencia negativa en el crecimiento económico de nuestro estado, abatir la pobreza y la desigualdad y “emparejar” a Tamaulipas con el resto de de los estados del norte? Para responderla, habría que considerar el ciclo de las políticas públicas, el cual da inicio con la definición del problema o diagnóstico de una situación y continua con la identificación de soluciones (a las cuales llamamos políticas públicas), la selección de la solución óptima, la implementación de dicha solución y finalmente su evaluación.
Es decir, es necesario hacer un análisis y emitir un diagnóstico del estado en el que se encuentra la economía de Tamaulipas, ese debería ser nuestro punto de partida y desde dónde podríamos fijar objetivos en el horizonte a 5, 10 y 25 años. Es inevitable pensar enla República Popular de China, en donde gracias a la genialidad de Mao se vienen diseñando desde 1953 planes quinquenales de crecimiento económico, que claramente la han llevado a la posición de liderazgo que hoy ocupa. China hoy ejecuta su XIV plan quinquenal (2021-2025).
Desde luego no se trata de comparar a nuestro estado con el gigante asiático, sino de encontrar inspiración en su existosa carrera económica. Elaborar un diagnóstico certero es un arduo trabajo que en ocasiones toma años, y precisamente China empezó a desarrollar su plan XIV en 2019, es decir, 2 años antes de que entrara en vigor. En ese sentido, mi intención es sólo esbozar el estado actual de la economía tamaulipeca e identificar ciertas áreas de oportunidad en las que valdría la pena profundizar el análisis.
Dado que 2020 fue un año atípico, mi análisis se basa en los datos del INEGI de 2019, año en el que las actividades terciarias, es decir, los servicios, explicaron el 60.5% del PIB estatal, mientras que las secundarias (manufacturas) representaron el 36.6% y las primarias (agricultura, ganadería y pesca) significaron sólo el 2.9%.
Al ir un poco más a detalle, si bien el sector terciario es el de mayor peso económico, también es el más pulverizado, en el sentido de que son diversos los servicios (inmobiliarios, de transporte, educativos, comerciales, de gobierno, etc) y ninguno se acerca a la importancia de la industria manufacturera. La fabricación de productos derivados del petróleo y del carbón, la industria química y la fabricación de maquinaria y equipo de transporte, son en concreto los que más aportan al PIB estatal. Sin embargo, de todos ellos, los únicos que crecen a dos dígitos son la fabricación de equipo de transporte, que entre 2013 y 2018 creció 137%, y la fabricación de equipo de computación y comunicación, componentes, accesorios electrónicos y aparatos eléctricos, que para el mismo período creció 53%.
Como es de esperarse, dicha actividad está ligada a la inversión extranjera directa (IED) que recibe Tamaulipas cada año. Para 2021, nuestro estado recuperó el dinamismo en el flujo de inversiones perdido durante la pandemia, al recibir 1,270 millones de dólares de IED (datos de la Secretaría de Economía), la tercera parte de ella tuvo origen en los Estados Unidos. 43% de la IED se dirigió al sector minero, mientras que 35% a la industria manufacturera. En ese mismo año, las exportaciones que mayor tasa de crecimiento presentaron fueron las de equipo de cómputo (34.1%), seguidas de las de aparatos eléctricos (22.5%). Para visualizar tendencias, cabe destacar la IED de 2020: a pesar de la pandemia, se recibieron casi 700 millones de dólares, 47.6% para la industria manufacturera y 27% para la minería. Es claro que el motor de crecimiento económico de Tamaulipas en los últimos años ha sido la inyección de IED en la industria manufacturera de exportación.
¿Qué necesitamos para atraer más IED y exportar más? Sin duda, un tema pendiente a nivel nacional y que influye en el flujo de IED es la seguridad, pero también el nivel educativo de la población. Si Tamaulipas es un destino natural de IED por su amplia y eficiente frontera con los Estados Unidos, ¿nuestros niños y jóvenes reciben la educación (básica, media, media superior y superior) ideal para afrontar los retos de la globalización? ¿Cuál es su nivel de lectura y compresión, de matemáticas o de inglés? ¿Que áreas de colaboración entre las universidades de Tamaulipas y Texas debieran fomentarse?
Según varios expertos, el conflicto comercial USA-China terminará desplazando IED hacia México ¿Está listo Tamaulipas para aprovechar esta oportunidad? Por otra parte, el sector minero, si bien productivo y necesario, es famoso por la explotación laboral y la contaminación ambiental que genera (lo cual abona a la desigualdad), por ello, cabe preguntarse: ¿Qué sectores debieran fomentarse para generar crecimiento económico incluyente y sustentable, que abata la pobreza y la desigualdad? Además: ¿Qué pasa con los empresarios locales? ¿Qué necesitan para crecer más rápido y exportar más? ¿Qué pasa en las diversas zonas de Tamaulipas, crecen igual?
Soy consciente de que termino este esbozo de diagnóstico con más preguntas que respuestas, pues la tarea es ardua y hay que tomarla con seriedad y compromiso, tal como lo hace nuestro economista tamaulipeco favorito, el Dr. Raymundo Campos, quien sobre mi pregunta original respondió: “La zona de la frontera crece muy rápido, mientras queCiudad Victoria está estancada e incluso ha perdido empleos según datos del IMSS. No es una pregunta fácil de contestar, es necesario hacer más investigación al respecto, pero de entrada, habría que pensar en igualar oportunidades en la niñez y una forma de hacerlo es con la calidad de la educación, TODAS las escuelas deberían ser muy buenas”.
Educación, querido lector, lectora, es la respuesta a casi todas las preguntas.
* La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión