En México, 45% de la población adulta presenta mala calidad del sueño. Se refleja en dificultad para levantarse, cansancio, somnolencia, desde las primeras horas del día y deterioro de la calidad de vida. El insomnio es dos a uno más frecuente para la mujer. Hay trastornos respiratorios del sueño, el más común, roncar; las hipersomnias o exceso de sueño durante el día que impide a las personas ser funcionales y cuyo caso más frecuente es la narcolepsia; problemas del ritmo circadiano, y parasomnias (sonambulismo o pesadillas)
Cuando se tiene pocas horas de sueño, se incrementa el riesgo de padecer diabetes 2, obesidad, alteraciones cardiovasculares (hipertensión arterial, infarto cardiaco y embolia cerebral), se altera la memoria a corto plazo. Hay que dormir; y hacerlo bien, de lo contrario, se deteriora nuestra vida. Dormir en el transporte público o coche, refleja que no hubo descanso durante la noche, y manejar o trabajar con sueño ocasiona accidentes. “Hacerlo es un paliativo, no resuelve la necesidad de descanso”.
La Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos señala que un adulto joven sano duerma 7.5 horas en promedio pues cantidad y calidad del sueño dependen de factores del organismo. Un preescolar debe dormir 11 o 12 horas, un adulto mayor, cinco o seis horas por la noche. Intervienen factores externos; alimentos que se consume, episodios de estrés, periodo de aprendizaje previo al descanso, si es de día o noche; factores psicosociales, problemas emocionales, ansiedad, depresión, desempleo; horarios de trabajo. El empleo nocturno lleva a condiciones como obesidad, diabetes, hipertensión y deterioro significativo de la calidad de vida. Dormir en el día cuando el sol estimula con iluminación y temperatura, cuando hay ruido, impide un descanso adecuado.
Para tener calidad del sueño, se debe dejar los dispositivos electrónicos una hora antes de dormir, y evitar bebidas con cafeína, hacen el sueño superficial y fragmentado. Hay que tener horario estable para acostarse y levantarse; hacer ejercicio en las primeras horas de la mañana o por la tarde, después de las 21 horas dificulta el inicio del sueño. En niños, se detecta que no duermen bien al estar irritables, inquietos, con problemas de atención, somnolencia durante el día, bajo desempeño escolar o se altera el crecimiento (talla y peso bajos) La privación de sueño por más de 48 horas causa alucinaciones visuales o auditivas, y a más tiempo, alteraciones de la conciencia, coma y muerte.
La invención de la luz eléctrica cambió nuestra vida y hábito de sueño. Los horarios del hombre dejaron de estar sujetos al sol. Aparece el turno nocturno, la optimización del tiempo. Henry Ford es responsable de la desaparición de la siesta. Paralizar la maquinaria después del almuerzo resta productividad a la cadena por lo que dejó de formar parte del horario de muchos trabajadores.
Los cortos ciclos de sueño de las comunidades con modo de vida primitivo desafía la creencia de que se duerme menos en la actualidad. La investigación indica que los grupos primitivos bajo estudio inician a dormir 3.5 horas después de la puesta del sol. En invierno el descanso aumenta una hora, dato que sugiere que la temperatura importa más que el nivel de luz, ya que dormían más cuando hace frío y continúan así la parte más fresca de la noche. 5% de los sujetos declaró tener dificultades para dormir. 9% para mantener el sueño. El porcentaje de personas que sufre insomnio crónico en la sociedad industrial es de 10% a 30%.