Ayer, mientras dormía, pasé del sueño profundo al intermedio, traté de despertar o volver a dormir, más me fue imposible, porque se incentivó la creatividad en me mente; y qué puede crear un soñador como yo mientras duerme: Poesía. Emocionado me vi envuelto en un sinfín de versos, preguntándome si al despertar los recordaría, desafortunadamente, desperté sólo recordando que mi mente creaba poesía. Lo que sí recuerdo vagamente es que mucho de lo que creaba iba dirigido a mi Señor, tal vez sólo se trató de una letanía; suplicaba, creo, por mi paz interior, y por la paz del mundo, y en mi desesperación por recordar más, terminé por agotar toda mi energía; casi sin poder hablar, sentí cómo mi cuerpo parecía confabularse para vencer en mí toda resistencia, pero ¿a qué me resistía? La verdad no lo recuerdo.
Ayer, mientras dormía, sentí que alguien hablaba a mi oído, ¿alucinaciones? no lo creo… Tal vez angustia, inconformidad o impotencia, tal vez era sólo la conciencia que me abrumaba, con la doble vía por la que conduce al hombre para buscar respuestas a sus dudas.
Ayer mientras dormía, soñé que estaba despierto, me veía caminando por un desierto, torturado por el calor abrazador, que quemaba todo a su paso, pero sin saber por qué, no podía vencer a mi tambaleante cuerpo, porque en mi interior había una fuerza aún mayor que la del sol.
Ayer, cuando desperté, me di cuenta que todo había sido un sueño, pero que había sido lo suficientemente real, como para dejar en mí una lección en la Palabra de Jesús, que me serviría de guía para el resto de mis días: “La paz os dejo, la paz os doy; no os la doy yo, como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni se acobarde” (Jn 14:27)

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com