Noticias nacionales, locales y de toda índole nos abruman y nos demuestran que la esperanza en los cambios en los gobiernos son una falacia, que no hay mucha esperanza en que las cosas se hagan bien, y que la justicia llegue a todos.

La frase “Que se haga justicia” abunda en las notas periodísticas: atropellos, crímenes de todo tipo, fraudes y más son acompañados de la frase que un ciudadano impotente grita, exige, manifiesta, porque ve que la justicia, nada más no da el ancho, y en una forma burda, tratándonos como retrógradas hacen cuanto les viene en gana.

Otra frase molesta: “se aplicará todo el peso de la ley”, y salen libres con cualquier pretexto…

Un abogado sustentará cada caso con sus conocimientos, pero los que no estudiamos leyes no alcanzamos a comprender cómo un corrupto de mil formas como es Javier Duarte está en una cárcel en celda especial, ahora vigilado por su amenaza de iniciar una huelga de hambre, y los procedimientos para arrebatarle lo que se robó siguen su proceso que, en la

mayoría de las ocasiones termina en impunidad y en dejar a los que robaron a su estado o al país todo lo que tienen.

Otros, como esos “accidentes” en los que están involucrados personajes de la política y donde hay muertos o heridos, que terminan con un “no encontramos elementos”, o el más grotesco cuando la máxima autoridad de justicia “arma” mal un expediente y se le da libertad porque faltaron pruebas, cuando son delincuentes contumaces, probados y que todos sabemos la clase de pillos que son.

Vemos que terminan períodos de gobierno y los que se van, lo hacen enriquecidos hasta las barbas, y nadie toca un pelo de ellos siquiera, pero llegan otros y hacen y deshacen, afectando a mucha gente pero no actuando en consecuencia contra estos bandidos disfrazados de servidores públicos.

El socavón de Morelos ahora resulta que es culpa del alcalde Cuauhtémoc blanco y del gobernador Graco, cuando la obra federal fue contratada y supervisada por la Secretaría de obras Públicas federal.

¿Por qué proteger ineptos, pillos y delincuentes?

Todos los días, en todos los servicios noticiosos vemos estos abusos, y créame, la gente se cansa y llega a un hastío tal que se verá reflejado el año próximo en las elecciones, pero lo grave es que explote antes, porque la gente está cansada de tanto abuso.

Quienes hoy ostentan el poder, municipal, estatal o nacional, en cualquiera de nuestros rincones, debieran tener tres neuronas buenas y pensar que, si desean que sus partidos ganen o sigan ganando, deben hacer bien las cosas.

Estamos cansados de ver los abusos de esos desfachatados que pasean en camionetas oficiales de lujo por nuestras calles presumiendo su impunidad, y además, presumiendo bienes que no son de ellos, sintiéndose tocados por Dios.

Esos, los que se sienten divinos, desaparecerán en breve, porque México se ha cansado de estas cosas, de estos seres, y quiere que seamos más justos.

Nuestros diputados federales no han sido para levantar la mano en materia de aspectos fiscales, de impuestos, de empleo y leyes que realmente nos favorezcan.

Siguen propiciando que un grupo de holgazanes tengan secuestrada la educación con sus amenazas de no iniciar el curso en estados como Oaxaca. ¿Qué se creen?

Y, ¿dónde está la autoridad? Queremos que salga el gobierno, el presidente o el encargado y les diga a esos sinvergüenzas “ya basta”, y que tengamos una administración justa y honorable.

Y los diputados, que trabajen, que no sigan paseándose con nuestro dinero, y dejen de hacerse tontos y desquiten lo que se les paga.

Hay mucho enojo popular, pero hemos sido hasta hoy, una sociedad cobarde. Lo peligroso es que, cuando esa sociedad despierte, quién sabe qué irá a suceder. Porque ya nos cansamos de ver tanta injusticia y nada de justicia.

Queremos vivir con seguridad, y con la tranquilidad que otorga el observar la ley.

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