Dos gotas de lluvia, que del bondadoso cielo iban en vertiginoso descenso a la tierra, al sentir una que en la caÃda iban perdiendo cuerpo, le propuso a la otra fundirse en fraternal abrazo para volverse una, mas, consciente de su misión individual, su par se negó a cumplir con aquella invitación, recordándole que ambas deberÃan cumplir con el plan original, venido de la divina voluntad del Señor.
Aún faltaba una gran distancia para llegar a su objetivo, cuando un potente rayo de sol rozó a ambas gotas en un costado, hiriéndolas, ni poco, ni demasiado, mas no impidió tal quebranto que se estuvieran quejando tanto, por lo que siguieran bajando a pesar de su llanto.
La gota doliente y quejosa, le reprochó a su pareja, el haber sido la causa inusual de su casual infortunio, esto, por no pensar como ella, para medir tan malas circunstancias del clima dispar que se presenta después del mes de junio. Más la gota leal y cumplida, siguió el rumbo trazado, sabiendo que en la tierra alguien la estaba esperando.
Si dos gotas de agua que caen del hermosÃsimo cielo, que parecieran por ello, ser buenas y claras hermanas, en su breve recorrido a cumplir su destino, encontraron sendas diferencias por pensar en distinto sentido; qué podemos esperar, los volubles habitantes, herederos de la tierra, que siendo hijos de Dios, no conciliamos intereses ni siquiera entre dos, mucho menos, entre una multitud atroz, que por pensar maliciosamente, difÃcilmente puede llegar a tomar decisiones prudentes, para poder convivir como lo manda el Señor.
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