De aquello que parece insignificante, tan sencillo que pueda pasar desapercibido, de algo sin aparente importancia por ser tan cotidiano y nadie le pone atención con verdadero sentido, pero que es tal la fuerza de su real significado, que podría hacer estremecer al corazón cuya dureza no se inmuta ante la desgracia y la tristeza de la gran multitud de hermanos marginados. ¿Que dónde está? ¿Que no lo encuentro? Que si fuera tanto su talento luciría como el lucero más brillante de todo el firmamento. ¿Que no lo veo? ¿Que no lo siento? Que siendo mío, que siendo tuyo, que no me deja verlo, ni sentirlo mi falso orgullo.

¿Entonces es cierto? Que en estos tiempos nadie puede jactarse de ser padre, de ser hijo, ni mucho menos pretender que se es espíritu. ¿Entonces, qué somos? Hemos sido lo que hemos querido, mas nunca, los seres de luz que vinieron a esta tierra a pregonar la grandeza de quien con amor nos ha creado, y nos dio como casa este hermoso verde y colorido planeta, que de no parar nuestra errática conducta destructora y altanera, sin duda, en poco tiempo, volverá a ser como en un principio, un caos sin nombre, sin apellido, sin vida.

Que para qué te lo cuento, sobre todo en este día en que celebramos a los muertos; pues para que tomes conciencia, porque será difícil que por tu nocivo proceder, te puedas reconocer como un ser vivo.

Si quieres despertar de este pesado sueño, empieza por agradecerle al Señor que te dio la vida, el que tu preciada fotografía no luzca en el altar que le has dedicado hoy nuestros familiares difuntos, que igualmente en su momento, no vieron, ni escucharon lo que tenían que ver y escuchar a tiempo.

enfoque_sbc@hotmail.com