De esas veces que se fijan en que hablas mucho y con los ojos sientes que te dicen: ¿A qué hora terminarás de hablar? Si al menos escucharan con atención los primeros quince minutos, tal vez me podría ahorrar toda esa perorata.
Hay personas que necesitan decir muchas cosas, tal vez porque antes no podían decirlas, o tal vez, porque sentían que nadie se daba el tiempo para escucharlas. Otras personas desean ser escuchadas nuevamente, porque piensan, que lo que han dicho antes, no fue lo suficientemente claro como para entenderse o darse a entender.
Hay personas que dicen que aprovechan cualquier oportunidad para hablar, porque quieren ser tomadas en cuenta, pero de hablar tanto, terminan por cansar a los que de inicio los escuchan con atención, porque se dan cuenta, que quizá nunca dejarán de hablar.
Hay personas que queriendo hablar, no pueden hacerlo, porque consideran una pérdida de tiempo hacerse escuchar por quien no quiere en realidad escucharlos.
Todo parece regirse por el tiempo, todos tenemos tanta prisa, que no podemos detener nuestra carrera, para escuchar lo que a otros les está ocurriendo, o lo que está por ocurrirles a ellos, por estar toda la vida corriendo.
Hay voces, que están empezando a callar, no porque quisieran hacerlo, sino porque muchos piensan que lo que tienen qué decirnos ya no tiene importancia, o ya no tienen el mismo valor de cuando hablaban más fuerte.
Yo quiero que las personas que amo, me hablaran al menos quince minutos, y que me dijeran cuánto me aman, para guardar cada una de las palabras en mi corazón, para que el día en que tenga que dejar de hablar para siempre, me pueda ir con la satisfacción, de que siempre me quisieron.
Hoy en lugar de hablarme preferiste callar, pero en cada una de las lágrimas que rodaban por tu mejilla pude leer lo que me querías decir, porque en esos quince minutos, de tu boca no salía palabra alguna, tu voz se escuchaba de lo más profundo, de tu bendita alma, que angustiada me decía lo sola que te sientes y de cómo, lo que debería de ser grata compañía, sólo se traduce en un cumplido con un amor que sí existe, pero que no se siente como tú quieras.
En estos momentos estaré contigo, para que me regales esos quince minutos, para que junto con los quince minutos míos tengamos el más maravilloso de los encuentros, el que sólo se puede tener cuando nuestros mutuos espíritus se funden en el amor que siempre nos hemos tenido.
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