Una expresión no machista ni feminista sino ambas cosas, y que escuchamos cotidianamente en nuestro entorno: todos tenemos amigos y amigas que sienten que son la autoridad de casa, o en caso contrario, que sienten que deben ser sometidos, vejados, insultados y hasta golpeados para sentirse queridos.
El columnista aclara que utilizar el término amados o amadas es indistinto: no cree en que el uso de feminismos sea limitante, ni términos masculinos sea discriminatorio: cree en el ser humano, sexual, en todo tipo de expresiones.
Aclarado lo anterior, volvemos a manifestar preocupación por el hecho de ver publicaciones en Facebook donde una chica determinada agradece a un muchacho que haya llegado a su vida y le permita quererlo, convirtiéndolo casi en un santo, y girando su existencia en torno a lo que a éste se le ocurra, que por lo general no son cosas muy positivas que digamos.
Ha de ser horrible estar supeditado al carácter o humor de alguien, por ello, la importancia de esos cursos que se llevan a cabo en personal médico, con objeto de que puedan distinguir y captar los diversos tipos de violencia intrafamiliar y de pareja, y que la gente pueda y sepa zafarse de estas acciones tan delicadas, tan peligrosas y tan poco amorosas.
No es cierto que mientras más te celan o maltratan te quieren más: lo que desean es tener un esclavo o esclava, una persona que obedezca ciegamente y se preste a cuanta humillación se ocurra de la otra parte, y eso constituye una acción totalmente deleznable, deprimente, y tenemos que evitar que los nuestros caigan en ellas.
Tiempo es de tener un lugar digno en el mundo, y promover una cultura de equidad real, donde ni la mujer ni el hombre sientan que son más poderosos o sabios, menos humildes y más orgullosos.
Hombre y mujer tienen igualdad de oportunidades, y aunque hay ciertas trabas sociales en el sentido de que propician que uno u otro sexo tenga que estar humillado, tenemos que hacer algo grande y urgente, para que cada quien tenga el lugar que merece tener.
A los hospitales del Sector llegan personas golpeadas que justifican a su pareja argumentando que “pega porque me ama”. Todavía hay quien piensa asì. Imagine usted lo grave del asunto.
Las cifras, ni para qué manejarlas, porque nos asustaríamos mucho más, y entenderíamos la magnitud de este gigantesco problema. La violencia intrafamiliar debe erradicarse, pero debe iniciar con una buena educación en casa.
Y efectivamente, si presentamos a nuestros hijos una forma adecuada de conducirse ante hombres o mujeres y ambos, tendremos personas que respeten a sus iguales y puedan conducirse en forma positiva, sin denigrar, sin in sultar, sin agredir, porque no todo es agresión física: es una parte pequeña del gran problema, y es muy probable que la violencia emocional sea aún más peligrosa, porque aparentemente no deja señales, sin embargo, las secuelas son mayores, sin duda alguna.
No es posible siquiera pensar en un tipo que trate a golpes a una mujer, y mucho menos que se ensañe con aspectos que se ligan con la violencia emocional, la que daña, mata inclusive, y es la base de infinidad de problemas de pareja, familiares e individuales.
Y qué bueno que se presta atención a la detección de este grave problema en el Sector Salud. Nosotros deseamos fervientemente que haya una buena respuesta, que podamos disminuir los índices de violencia hacia ellas y ellos, y que las familias aprendamos, con sus altas y bajas, a convivir positivamente, a tener el respeto necesario para los demás, y a llevar a cabo una convivencia racional, humana, digna de cualquier ser vivo.
Porque hay unos que ni como animales podrían calificar.
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