Sucede en sitios del mundo como nuestro país, donde la poca credibilidad hacia la “clase” política es común, ya que, tantas mentiras a través de la historia, tantos millonarios sexenales y tantas obras fraudulentas nos presentan, que la gente definitivamente ya no cree en lo que se dice.
Dirán los morenistas que eso era en las administraciones pasadas, donde la corrupción era pan de todos los días, porque realmente no saben decir otra cosa, y la homilía de su Salvador les exige repetir como pericos lo que dice.
Lo cierto es que poca, muy poca gente cree en la autoridad que se establece, además de pensar que en México tenemos leyes que sirven para dos cosas, considerando que hay grupos cercanos a cada poder, que tienen todos los privilegios y delinquen a diestra y siniestra avalados y solapados por quien debiera hacer justicia.
Y también sabemos que no es bueno abrir la boca sin fundamentos, menos, prometer lo que no se está seguro de cumplir, como sucede en muchos emprendedores que anuncian sus planes, y a final de cuentas no pueden llevar nada a la realidad, porque no tenían bases y quisieron sorprender a ingenuos.
Es como una campaña política, porque, finalmente, nuestros políticos, lejos de trabajar, siguen pensando en hacer campaña, de ahí que seguimos escuchando todos los días -sin excepción- las frases del “elefante reumático”, de “primero los pobres” y esas barbaridades, dignas de un individuo que no tiene capacidad de raciocinio y sí de demagogia total.
Se anunció que iba a presentarse en el Congreso el presupuesto 2020 de la Federación, que es la base para saber en qué se gastará el dinero de los mexicanos, aunque siempre sufre algunos pequeños ajustes. Probablemente, uno de los temas que más llamaron la atención fue el que afecta a millones de mexicanos que viven en la ilegalidad, argumentando que porque no tienen dinero lo hacen.
Los carros “chocolates”, los americanos, los ilegales, que son causa de la mayoría de nuestros accidentes y fallecimientos en siniestros de tránsito, los que evaden impuestos y hacen que los que pagamos nos hagamos cargo de las becas a los ninis, a los ancianos, a los morenistas disfrazados de pobres y a todo el que aplaude como foca de acuario a su líder, y siguen argumentando ser pobres para pagar impuestos.
Lo más injusto es que una parte de la sociedad pague y otra no: aunque digan que los ricos deben pagar mas, consideramos -a título personal- que todos tenemos los mismos derechos y obligaciones, y todos deberíamos pagar igual.
En referencia a esa igualdad, penamos que todos tendríamos que pagar el mismo porcentaje por peso ganado, porque no es justo que el que arriesga más, el que trabaja más pague más porcentajes: eso no es justicia social.
El caso es que el Senado ya pasó el visto bueno al presupuesto y dejaron fuera la iniciativa de regularizar los autos chocolate, lo que aplaudió la parte de la sociedad que sí produce y que arma y vende carros en el país. Hoy, siguen siendo “chocolates”, aunque no hay mucha diferencia, porque la pasividad oficial les permitirá seguir en le ilegalidad, haciendo ricos a unos cuantos vivillos que fungen como gestores.
Ya los representantes “populares” han decidido que no habrá legalización o regularización, pero, insistimos, con que vaya usted a una de esas centrales que manejan un grupito de vividores, le darán una placa apócrifa y con ella, con toda impunidad podrá circular por cualquier parte del país.
Esa es la forma en que el gobierno cambió”: antes, se permitía que circularan ilegalmente: hoy, se les autoriza a hacerlo ilegalmente, disfrazados en una negación a la propuesta que tenía como objetivo saber quienes son los propietarios de estos vehículos, que pagaran impuestos como todos los mexicanos, y que tuvieran como garantía un seguro automotriz que evite que haya tantas pérdidas en las aseguradoras, porque por lo general, chocan, se levantan y se pierden, dando paso a un México injusto parra muchos.

Comentarios: columna.entre.nos@gmail.com