Tema muy en boga es el referente a las noticias falsas, conocidas como Fake News, y que siempre han estado en el ámbito periodístico, con el objetivo de mal informar a la sociedad, e incidir de una u otra manera en su forma de pensar, para obtener reacciones despegadas de una realidad tácita, para convertir esas diatribas en una verdad artificial, y que la reacción sea distinta a la que debiera presentarse.

Nada que ver con la verdad o la libertad de expresión: todos tenemos derecho a calificar o descalificar alguna idea política, social, deportiva y más, cuando tenemos algún argumento válido y no convertirnos en charlatames, es decir: con bases, solo con bases.

Pero cuando los medios se convierten en transmisores de las Fake News prostituyen su objetivo principal. Sucede, por ejemplo, los días 28 de diciembre, cuando muchos editores, haciendo gala -dicen- de un sentido del humor, nos presentan una edición de mentiras y más, pensando que a los ciudadanos nos hace gracia.

Para todo hay espacios, y siempre hemos pensado que un medio de información debe ser serio, ético y responsable de lo que en él se maneja como información.

Así que, mucha de la información es falsa; el vocero del presidente de EE. UU. dice cuando lo cuestionan: “fake news” y no contesta más. Ese es el peligro.

Y en materia de salud, vemos a exagerados que ven un brote y lo califican de epidemia, sembrando terror en la población; otros, dicen que hay una enfermedad inexistente o manejan curas a padecimientos que realmente no la tienen hoy en día, como el cáncer, la hipertensión o la diabetes.

Todo eso son fake mews aplicadas a la salud, y son muy graves, porque muchas personas se van con la idea y compran los productos que les ofrecen como milagrosos, ocasionando un desbalance en su economía por la ansiedad de curarse, y muchas veces en su organismo, por las consecuencias de tomar lo que les dan.

Con la aparición de las redes sociales no hay una legislación que prohíba publicar mentiras. Así se han ido las campañas de todos los candidatos, que publican diatribas de los demás, haciéndolos delincuentes más peligrosos que nada, fundamentados en la mentira y el engaño.

¿Qué credibilidad tiene un medio que miente? Nos preguntamos

Cuando un comunicador o periodista maneja mil noticias positivas y confirmadas, es muy bueno, pero no se le ocurra manejar una diatriba porque se lo come vivo esa sociedad que tanto tiempo lo alabó, y eso lo sabemos los periodistas.

Debemos pugnar porque no haya mentiras en salud: estas fake news, o fake health news como algunos las han dado en llamar, llevar a un suicidio o discapacidad cuando la gente hace caso a tratamientos milagrosos y más: ese es el gran riesgo que hay que evitar.

Buscar la información en portales y páginas cuya reputación esté comprobada positivamente, y que no nos mientan de una forma tan canalla como hacen muchos.

Que confirmen los reporteros la información y no den espacio a cualquiera, porque, sin menospreciar a nadie, es inadmisible que se mienta en un tema tan delicado y riesgoso como es la salud.

Busquemos información fidedigna y compartámosla, y si vemos estas mentiras, denunciemos y por lo pronto, borremos o bloqueemos a los mentirosos, para que ya no nos hagan tanto daño.

Es por nuestro bien que debemos participar, per más importante, no creernos todo lo que se publica, porque habladores los hay siempre y por doquier. Solo que hay que cuidarse de ellos.

 

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