Ayer, un anuncio del candidato de MORENA –los demás partidos de la coalición son comparsas– a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, me despertó una especial atención.
Me refiero al compromiso de que el Secretario de Hacienda y Crédito Público del gobierno federal, si el tabasqueño triunfa el 1 de julio, percibirá como sueldo un tope de 90 mil pesos.
¿Eso es bueno o es malo?
Como asienta la voz popular, según el color del cristal con que se mire.
Bueno, dirán los aplaudidores de Andrés Manuel, porque significará que los altos funcionarios de ese nivel de gobierno ganarán la mitad o hasta la tercera parte de lo que perciben ahora. Será, ya los escucho, un acto de justicia virtual para los que reciben uno o dos salarios mínimos porque de ese dinero no verán nada. Una opinión respetable desde el palco del populismo.
¿Y por qué podría ser malo?
Habría que lanzar una ojeada al mundo de los ejecutivos de primer nivel en la iniciativa privada de México.
Le daré algunos datos al respecto en el plano nacional.
Los directores de área en la industria química ganan alrededor de 160,000 pesos mensuales. En el ramo automotriz es mejor: 185 mil pesos mensuales en promedio para el más experimentado donde el más “tonto” percibe más o menos 122 mil. Uno de los sectores más “mal” pagados es el de alimentos, en donde un Director General cobra alrededor de 150 mil pesos al mes y un simple gerente no deja ese lapso por menos de 70 mil. Apenas 20 mil menos que lo que de acuerdo a AMLO ganará el responsable de las finanzas de todo el país.
Y pregunto:
¿Por qué el hecho de ser funcionario público de primera línea debe ser acompañado de un sueldo mucho menor que un ejecutivo de la iniciativa privada?
Demonios, los niveles de responsabilidad de un Secretario del gabinete federal y de un Director de Operaciones de una ensambladora automotriz son abismalmente distantes. Hay una diferencia brutal.
No se trata de vigilar que un vehiculo sea bien armado para 5 mil compradores potenciales, sino de que una nación de 127 millones de habitantes funcione de manera correcta.
El anuncio de López Obrador representa no una señal de austeridad, sino una especie de castigo para quien acepte una encomienda de esa naturaleza, si en verdad los elegidos fueran lo mejor que encontró en el mercado profesional y obviamente tengan, por su currícula y conocimientos, mejores oportunidades en una empresa.
Carajo, ¡págueles bien, que se lo merecerán si cumplen realmente con sus obligaciones!
Basta ya de hipocresías en el quehacer público. De igual manera que los directivos de la IP los funcionarios de primer nivel se ganan su salario, los servidores públicos merecen reciprocidad en ese sentido por su trabajo responsable, si lo cumplen.
Anunciar reducciones de ingresos, queda claro, es sólo una artimaña mediática que ni el mas bobo la cree…
CAMPAÑAS MUNICIPALES
A lo largo de más de tres décadas en Victoria he sido testigo directo de una decena de procesos electorales en esta capital, en la búsqueda de la Presidencia Municipal.
Puedo afirmarlo sin rubores ni falsos maquillajes: la realizada por Oscar Almaraz para cumplir tres años en la silla municipal es la más intensa que he observado.
Prácticamente el candidato del PRI a la reelección –es alcalde con licencia– no dejó colonia, barrio, calle, ejido o comunidad sin visitar. A casi horas de terminar la búsqueda de votos, sin duda ha sido un esfuerzo fuera de la común que cosechará lo que sembró.
Y algo importante que no se debe olvidar: Pese a atravesar una etapa de interinato, el Ayuntamiento victorense no ha descuido ni un solo renglón de servicios. Eso y hablar de una adecuada coordinación, es lo mismo…
@LABERINTOS_HOY