Tras un receso de 10 días retomamosla actividad periodística, y lo haremos abordando uno de los grandes problemassociales, vamos a referirnos al desperdicio de comida en el mundo, cuyas cifrasson impresionantes e injustificables cuando hay tanta pobreza extrema y hambreen muchos países, incluido México. Y lo hacemos con el propósito de sembrarconciencia en algo que está en nuestras manos, si no resolverlo del todo,cuando menos mitigarlo.
El Programade las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la organización británicasobre residuos, lleva un seguimiento sobre este tema. A través de sus reportescomo el denominado, “Índice de desperdiciosde alimentos 2021”, establece que en el 2020 hubo 931 millones de toneladasde alimentos desperdiciados. Esto significa que el 17% de la producción total dealimentos en el mundo fue a parar a la basura.
Los investigadores sobre este temarealizaron seguimientos en 54 países, tanto ricos como en vías de desarrollo yllegaron a la conclusión, de que no es un problema de países ricos, donde losconsumidores compran más de lo que pueden comer. Por ejemplo Nigeria, es uno de los países del mundo donde más comida se tira, 189 kilos per cápita al año. Lomismo sucede en Ruanda,donde la cifra alcanza los 164kilos per cápita, y no son países ricos.
MÉXICO TIRA 94 KG ANUALES PER CÁPITA DE COMIDA
Holanda y Bélgica,en cambio, desperdician 50 kilos percápita al año, mientras que en Estados Unidos son 59 Kg;en Brasil son 60 kg, en México 94 kilos anuales percápita.
El impacto del desperdicio de comida en elmundo va más allá de afectar la alimentación mundial, o el sano crecimiento deniños y jóvenes. El desperdicioalimentario afecta el cambio climático y tiene un fuerte impacto económico, socialy medioambiental. La ONU estima que entre el 8 y el 10% de las emisiones globales de gases deefecto invernadero están asociadas con comida que no se consume.
Porque todos estos productos que se fueron al desperdicio requirieron semillas,fertilizantes que debieron ser transportados y las cosechas fueron arrastradaspara su comercialización a diferentes puntos geográficos y todo ello significaquema de combustible que pudo haberse evitado.
La responsabilidad del desperdicio de alimentos en el cambio climático se mideobservando el proceso completo que hay detrás de un determinado producto. Si esun vegetal, debemos pensar en la cadena que hay detrás de él para que llegue aun hogar: desde la tierra donde se cultiva, hasta el proceso de empaque, elalmacenamiento (que en su mayoría requiere de refrigeración y este dependen deenergía), asimismo la transportación que ya referimos también necesita decombustible.
Lo mismo sucede con la carne, la cualrequiere de una cadena de producción y procesamiento antes de llegar a la bocadel consumidor.
Cuidar el manejo de los alimentos, comprar lo necesario y no de más, podría disminuirlos costos de producción, y al hacerlos más eficiente tendría un impacto social, en virtud de quemucha gente no tiene acceso a alimentos de calidad en el mundo.
De tal manera que tenemos una contradicción, entre el desperdicio de alimentos yla falta de los mismos para un sector de escasos recursos.
Tras la pandemia es una prioridad creciente, cambiar la mentalidad de los habitantesdel planeta, no sólo para evitar el desperdicio de alimentos, sino parafomentar más donaciones de comida de calidad para quienes lo necesitan.
PANDEMIA RESTA ATENCIÓN A LA AGENDA ALIMENTARIA
En este momento los gobiernos de cualquier país están másagobiados en atender el tema de la pandemia, que en ocuparse de la agendaalimentaria. Está en nosotros contribuir a disminuir el desperdicio alimentarioy transformarlos en donativos para quienes carecen de lo suficiente parasobrevivir.
Un reporte de marzo del presente año, estableceque el 60 % del desperdicio total proviene de los hogares, de esa manzana o eseplátano que no se comió y se echó a perder y lo mismo podemos decir de lascantidades de alimentos cocinados que no se consumieron y finalmente fuerontirados a la basura
.Además hay un 26% dedesperdicio que corresponde al serviciode alimentos de restaurantes y otros expendios similares. Y un 13% proviene del comercio,como supermercados o pequeños almacenes.
EnAmérica Latina, y esto incluye a México, el desperdicio de alimentos está lejosde ser un tema relevante en la agenda política de estos países. Y esto serefleja en que ni siquiera tienen un registro confiable de sus desechos. Lomismo sucede a escala global. Según el índice de desperdicio de alimentos 2021.
Por eso, el programa para el medioambientede la ONU decidió lanzar un objetivo: para 2030, se debe reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita.
“Es un desafío enorme y una gran oportunidad para ahorrar mucho dinero, asegurarse de que los alimentos lleguen a quienes los necesitan y, de paso, reducir elimpacto ambiental”.
Inger Andersen, directora ejecutiva del Programade las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en declaraciones a la BBC (Corporación Británica de Radiodifusión) consideró que, “si queremos tomarnos en serio la lucha contra el cambio climático, la pérdida de labiodiversidad y la contaminación, todo el mundo deben hacer su parte parareducir el desperdicio de alimentos”, esto incluye a empresas, gobiernos ylos ciudadanos del mundo.
Ese esel reto y parte de la solución está en nuestras manos.