El intrincado laberinto que en los hechos es la producción cotidiana de un diario y la necesidad de optimizar sus tiempos, me impidió ofrecer una visión personal sobre lo sucedido en el debate celebrado anoche, el primero de ellos, protagonizado por los candidatos a la Presidencia de la República. Cinco, casi de última hora.

Con seguridad hoy es el tema que domina en todos los medios, noticias, columnas, artículos especiales, crónicas, análisis, entrevistas, críticas y reflexiones centradas y otras desorbitadas, sobre su balance.

Ojalá sus autores hayan exprimido hasta la última gota de lo manifestado por los aspirantes a inquilino de Los Pinos, para que su servidor se convenza de que todo está dicho y escrito y resista la tentación de opinar a trasmano sobre ese encuentro, aunque dudo que consiga alejarme de esa tempestad.

Algo bueno me dejará escribir del tema hasta mañana: Los platillos calientes habrán sido digeridos y los fríos por lo general permiten, gracias a la lentitud con que se engullen, pensar con una pizca más de objetividad.

Como decía Don Guadalupe Díaz Jr: Mañana será otro día…

ORGULLO MALTRECHO
No me cuento en la lista de sus amigos.

Tampoco soy simpatizante de su causa política y mucho menos aún, de los colores partidistas que eligió ahora.

Pero como asienta un viejo y sabio refrán, lo cortés no quita lo valiente.

He escuchado, leído y presenciado en los días cercanos una retahíla de críticas, insultos disfrazados de sarcasmos y deslegitimaciones a granel contra el médico Xicoténcatl González Uresti.

Usted debe conocerlo y si no es así lo preciso: es el candidato de la coalición Acción Nacional, Movimiento Ciudadano y Revolución Democrática, a la Presidencia Municipal de Victoria.
“Xico”, como lo conocen coloquialmente, es señalado en las redes sociales principalmente, como impreparado académicamente por una parte y como bufón por lo que atañe a su folklórica vestimenta.

Los dos señalamientos son absurdos y revelan ciertamente deficiencias –una disculpa si ofendo a alguien– pero de quienes lanzan semejantes afirmaciones.

En el primer caso, González Uresti es uno de los médicos más reconocidos en el plano nacional por su especialidad como diabetólogo, que lo ubica en la punta de su profesión. La ciencia es su campo de batalla, aunque eso no sea ni de lejos garantía de habilidad política.

Por lo que se refiere a su vestimenta, que integra traje y sombrero de charro, botas de montar, polainas y para cerrar el cuadro un caballo, quienes tratan de denigrarlo por ese perfil lo que hacen, estoy convencido, es denigrar también a nuestra mexicanidad.

En los ataques, sus enemigos tratan de hacer del charro nacional un sinónimo de patanería e ignorancia. Lo que logran con esas agresiones no es humillar a Xico, sino lastimar a nuestras raíces.

En lo personal me siento orgulloso, me hierve la sangre, cuando veo a nuestros charros cabalgando, cantando y dominando a sus corceles. No me importa si es el médico Xicoténcatl, un mariachi o el que cierra la puerta del corral. Ese traje me motiva a gritar ¡Viva México!.

Seguramente ese candidato de tres partidos tiene muchos defectos personales y políticos, como usted y yo. Si sus detractores se toman la molestia de buscarlos los encontrarán. Y si pueden hacerlo, pues aviéntense al ruedo, están en su derecho.

Pero por favor, dejen al traje de charro en paz. Dejen a México en paz…

Twitter: @LABERINTOS HOY