¡Es un milagro de nuestro tiempo que me hayáis hallado entre tantos millones de personas! ¡Y que yo os haya hallado, es la suerte de Alemania!, exclamó Hitler en un discurso pronunciado en 1936. Dejando de lado la personalidad de Hitler, encarnación del demonio o el demonio mismo que corrompió a millones de personas, son interesantes los mecanismos de adhesión, movilización de las masas, y de exclusión, que tejieron la relación del Fuhrer y el pueblo.
El proyecto de sociedad homogénea, que daría seguridad y empleo, se dirigió a grupos afectados por la crisis económica de los años 20s. Los admiradores fervientes de Hitler no eran exitosos. Perseguir opositores políticos, deportar judíos era conocido. La comunidad de pueblo la creó exclusión de opositores y enemigos, y adhesión a conductas. La propaganda nazi explica cómo saludar a Hitler. Un cuaderno muestra cómo Hitler modificó el plan de estudios para que las escuelas produzcan correctos pequeños nazis.
¿Cómo es que en Alemania, país con el movimiento obrero más organizado de Europa, millones de trabajadores apoyaran el carácter reaccionario de Hitler? El apoyo masivo al nazismo fue consecuencia de la represión sexual de un modelo de familia autoritario de la clase media y gran parte de los trabajadores, lo que creó individuos con carencias y frustraciones que trataron de compensar participando en un movimiento autoritario por un líder que reproducía a nivel político esas estructuras autoritarias. El mensaje de Hitler era irracional, por ello consiguió apoyo irracional. Su componente era emocional.
La conciencia colectiva no avanza a la misma velocidad que un acontecimiento, por ejemplo una crisis económica. La situación económica no se traslada de inmediato y directo a la conciencia política. Existen controles que impiden una reacción inmediata y explosiva por las clases explotadas contra su situación, el principal control es el que se ejerce sobre las ideas. Se articula por el concepto de familia dominante que reproduce en casa la relación de poder y dominación del Estado sobre el individuo. La familia autoritaria es la fábrica de ideología y de estructura reaccionaria. La dominación se da al reprimir instintos sexuales del niño y adolescente, aplicando prohibición, castigos y remordimiento. La inhibición sexual es el medio de ligar al individuo con la familia. El objetivo es convertir el lazo biológico del niño con su madre y de la madre con los niños en una fijación sexual indisoluble y en falta de aptitud para contraer vínculos. El vínculo niño-madre es el núcleo de la unión familiar. Al ser adultos, la unión con la familia se traslada al Estado. Las representaciones de patria y de nación son en el núcleo subjetivo emocional, representaciones de madre y de familia.
La familia es base de la estructura social de la clase media pues provee ayuda económica y es base de la existencia de pequeños y medianos negocios. A diferencia del capital que explota obreros, la clase media se explota a sí misma empleando familiares, manteniendo a la mujer en el hogar, etc.) Esa posición autoritaria dio acceso al nazismo a la clase media. Hitler encarnaba la nación. Cada seguidor creía tener con él relación individual y sentía hacia él confianza infantil provocada en la infancia por la familia autoritaria que extirpaba cualquier iniciativa de independencia. El componente emocional del mensaje nazi pegó a la clase media; temía la expansión del capital que destruía su modo de vida. El pequeño comercio absorbido por grandes empresas; la pequeña propiedad por latifundios. Temía perder estatus social y acabar en clase obrera, hacia la que sentía temor y desprecio. La clase media vio en el nazismo la oportunidad de enfrentar al capital y la clase obrera.