A muy temprana edad, me percaté de que no me gustaba alejarme y mucho menos despojarme de aquello que me hacÃa feliz, sÃ, de lo que me agradaba y consideraba valioso espiritualmente, por eso, con el tiempo fui guardando en el corazón: el amor que sentÃa por muchas personas, por algunas palabras especiales, que consideraba mágicas, porque convertidas en frases transmitÃan un mensaje que me llenaban de gozo, digno de atesorarse, y por el simbolismo de algunos objetos, que reflejaban el anhelo cumplido de aquello que habÃa nacido como una ilusión, se convirtió en esperanza y sirvió como estÃmulo para luchar por lo que se querÃa hasta lograrlo. SentÃa que por hacerlo, se me habÃa concedido un don para que perduraran, al menos el tiempo en el que permaneciera yo con vida, pero igualmente, con los años, fui descubriendo que todo formaba parte de una fantasÃa, porque prematuramente algunos familiares y amigos, pasaron a mejor vida. Algo que jamás se ha ido de mi corazón, es precisamente el amor que sentà y aún siento por todos ellos; asà ocurrió con las palabras mágicas que habÃan sido dichas por personas muy queridas y honorables, éstas siguieron viviendo en mi memoria, buscando oportunidades para ser transmitidas a otros espÃritus soñadores y evocadores de tantos y tan buenos seres humanos.
El mantener toda esta energÃa positiva en el corazón, me permitió seguir soñando en que poseÃa una especie de poder, donde la clave estaba en estar cerca de las personas que amaba, mismas que al recibir la transmisión de la energÃa vital, sanaban sus heridas, promovÃan cambios positivos y fortalecÃan la esperanza de que todo ello les permitÃa vivir a plenitud.
Hasta hace poco, con humildad y velada presunción, aseguraba que aquellos con los que tenÃa contacto frecuente y recibÃan los mensajes, tenÃan la posibilidad de llegar a tener una larga vida, por ello, el beneficio se extendÃa para todos aquellos que eran mis pacientes, a los cuales exhortaba a mantenerse unidos, para generar entre todos una energÃa, deseando el bienestar común, teniendo siempre pensamientos positivos, no sé si con todo ello se logró el objetivo, pero hay cosas que un simple mortal bien intencionado no puede cambiar, todo tiene un principio y un fin y obedecen a una voluntad superior, y asà como disfrutamos la maravilla de ver florecer a una planta, también nos entristece cuando se tienen que marchitar las flores porque se cumplió su tiempo. En el 2018 y en lo que va del 2019 con tristeza despedà a algunos de mis amados pacientes, que más que vencerlos la enfermedad, cumplieron su ciclo en la tierra. Dios disponga para ellos la vida eterna.
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Para siempre
A muy temprana edad, me percaté de que no me gustaba alejarme y mucho menos despojarme de aquello que me…