Una investigación de la Universidad de Greenwich arrojó que el consumo de alcohol tiene poderoso efecto analgésico, por encima de sustancias como paracetamol.
El estudio elaborado con más de 400 participantes indica que el consumo de 3 a 4 bebidas eleva la resistencia al dolor y reduce moderadamente la intensidad con la que se percibe el malestar.
Un 0.08% de BAC (concentración de alcohol en la sangre) produce pequeña elevación del umbral del dolor y reducción moderada o incluso alta en los índices de intensidad del dolor, afirma la investigación publicada en The Journal of Pain. El nivel de alcohol en sangre no sólo se determina por la ingesta de la sustancia; varía de acuerdo a factores como masa muscular, edad y sexo, información de The Foundation for Advancing Alcohol Responsability.
Expertos advierten que la gran efectividad de la sustancia como analgésico se pone en duda por sus consecuencias adversas a largo plazo. El estudio establece que, aunque una mayor concentración etílica en la sangre genera mayor resistencia al dolor, dichos niveles exceden lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud para un consumo de bajo riesgo.
Si podemos crear un medicamento sin efectos secundarios dañinos, habremos encontrado algo potencialmente mejor que lo que hay actualmente en el mercado, mencionó el Dr. Trevor Thomson de la Universidad de Greenwich.
Además, la investigación señala que no está claro si la sustancia funciona igual que un analgésico, alterando los receptores nerviosos, lo que evita que el cuerpo sienta dolor, o si sólo disminuye la ansiedad y por lo tanto provoca sensación de un dolor menos intenso.
Beber alcohol es una práctica que se incita de la misma familia o amigos, ya que en las reuniones es fácil invitar estas bebidas a adolescentes y hasta en edad más temprana. Con esta acción se favorece el desarrollo del gusto por este tipo de sustancia. En nuestro país existen personas con problemas de adicción al alcohol desde los 12 años de edad. El alcohol es una sustancia que causa efectos a nivel neurológico, genera estados de euforia, excitación y confusión, llegando a situaciones más complicadas como incapacidad para levantarse o moverse, falta de coordinación, vómito, coma y otros riesgos que ponen a la persona en peligro de muerte.
Es de consumo legal, pero está dentro de las sustancias nocivas para la salud, por la Organización Mundial de la Salud. Debido a que su consumo genera adicción, llega un momento en que ocasiona problemas de índole vascular, hipertensión arterial, neurológicos, depresivos, diabetes mellitus, sobrepeso y obesidad, gastritis, várices esofágicas, cirrosis hepática, pancreatitis, etc.
En México, 40% de las personas en centros de atención en adicciones acuden por dependencia al alcohol, reportó la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco en 2017. El consumo de drogas en la mujer en el país aumentó de forma alarmante de 2011 a17 al crecer 205%, siendo niñas y adolescentes el grupo en el que se incrementa con mayor rapidez. Cifras de la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC)