Vivimos una situación de crisis sanitaria y económica; pandemia y quiebra. “La vida humana no tiene precio”, pues si lo tiene y altísimo, las cifras de pérdidas de empleo y de quiebras de negocios lo confirman. Una minúscula parte de la población y el temor de que se afecte a miles de millones de personas tienen al capitalismo no en quiebra, esto es lo que parece, pero en realidad es la transformación del esquema capitalista la que debe quebrar la estructura económica, independientemente de que COVID- 19 sea amenaza fantasma o real, pues si observamos los escasos focos de diseminación y enfermedad que colapsó hospitales y número de muertes, no se comprende por qué las autoridades son incapaces de implementar planes focalizados de confinamiento y apertura de trabajo.
El capitalismo desordenado, voraz, aliado de las finanzas que producen dinero sin producir y generar bienes, son los grandes productores de gran desigualdad, de concentración de riqueza en unos cuantos y de vida sin acceso a oportunidad de bienestar para miles de millones de personas, vivían sus últimos días. Lo que vemos no es la muerte del capitalismo, es la adaptación del capitalismo para dar paso a un sistema económico menos cruel y voraz, y COVID- 19 fue la tormenta perfecta para establecer un estatus de caos, incertidumbre, temor y miedo y el dominio de las emociones apaga la luz de la razón y la oscuridad invade, se vuelve difícil analizar y cuestionar y comprender que tan real amenaza global es COVID- 19 y cuanto le añaden de amenaza, para establecer un capitalismo económico amigable.
Para lograrlo es menester que estén vivos económica y socialmente aquellos que se han de beneficiar con el cambio, aquellos que enarbolarán la nueva bandera de una economía social que se basará en una mezcla de capitalismo con feudalismo, dinero y grandes terratenientes regionales que produzcan lo que la manufactura requiere y por supuesto, mano de obra que estará hambrienta. Revisen las cifras de afectados y excepto el dolor focalizado de regiones en Italia, España, Nueva York, Guayaquil, no hay la mortandad que a COVID- 19 se atribuye, ni se comprende la gravedad de las decisiones económicas. El mundo tiene capacidad para abocarse al rescate de los focos de infección que continúen apareciendo en cualquier país. Hay enormes buques y grandes aviones para transportar equipo e insumos o pacientes, según convenga en la región que se afecte. Se puede hacer. Concentrar recursos y esfuerzos es de mejor costo-beneficio, que tener nuevos “hospitales” por todo el mundo.
Un virus respiratorio llegó para quedarse. La defensa es inmunidad de la población por enfermedad o vacuna, la que puede ser permanente o transitoria. COVID- 19 se une a las enfermedades respiratorias conocidas y será recordada como la base que cimentó y aceleró el cambio tecnológico y económico planeados.