Si López no hace caso a la preocupación nacional por los pésimos resultados en seguridad, al presidente Trump menos, sería una afrenta para López, así que Trump está arando en el desierto al ofrecer ayuda. López debe recordar la manera en que Colombia venció a Pablo Escobar, con alianza con Estados Unidos, una férrea decisión de erradicar ese nefasto poder y con ayuda de grupos que se unieron contra Escobar, formados por miembros de su propia banda y de las bandas rivales.
Los malos resultados aplastan y dominan el país, a López lo doblegó una sociedad criminalizada en la región sinaloense, con facilidad.
López no aceptó la ayuda ofrecida por Trump por respeto a la soberanía mexicana, argumento fuera de lugar pues la soberanía está en manos criminales y no del gobierno y de los mexicanos trabajadores y respetuosos de las leyes. Además, cedió, al cambiar la política migratoria para hacer trabajo sucio contra migrantes en el sur del país ante la presión de Trump en un momento donde López estaba en su punto más sólido, hoy se encuentra en el punto de mayor debilidad.
Perdió el consenso de su gabinete y de las Fuerzas Armadas desde el culiacanazo, lo que provocó que su espacio de maniobra se achicara. El Cártel de Sinaloa lo humilló en Culiacán y para añadir variables negativas, ese Cártel opera en el norte de Sonora, donde murieron 9 ciudadanos estadounidenses. Para el gobierno de Estados Unidos, sus ciudadanos se encuentran en lo más alto de sus prioridades, posición que trasciende los conflictos políticos e ideológicos.
El asesinato de los miembros de la familia LeBarón llegó en un mal momento para López, aunque nunca será buen tiempo para barbaries de esa naturaleza. Tom Cotton, del Comité de Servicios Armados del Senado, señaló que el gobierno de Estados Unidos podría verse forzado a tomar acciones unilaterales si el gobierno de México no actúa con propiedad en el asesinato de sus connacionales. The Wall Street Journal en su editorial, señaló que, si México no puede con los cárteles, Estados Unidos debería de intervenir militarmente. El senador republicano Linsday Graham dijo que su equipo checará si los cárteles mexicanos son considerados organizaciones terroristas dentro de los confines de la ley estadounidense. Dos cárteles, Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, están en las cinco organizaciones trasnacionales consideradas como los peores enemigos de Estados Unidos.
López dice que su estrategia para lidiar con los cárteles es abrazos y no balazos, lo que puede funcionar en un cuento de niños, pero en el mundo real, lo único que puede contraatacar a las balas son más balas y más grandes, dijo Cotton quien recordó un fallo de la Suprema Corte de Justicia de esa nación, de 1991, a favor del gobierno de ese país que avaló que sus agentes entraran al consultorio del doctor Humberto Álvarez Machaín, en Guadalajara, lo capturaran y lo llevaran de manera subrepticia a El Paso, donde lo entregaron a la DEA para que lo juzgaran por el asesinato de su agente encubierto en el Cártel de Guadalajara, Enrique Camarena.
López está herido por su estrategia de seguridad y su tozudez a mantenerla como hasta ahora, pese a las evidencias de que está naufragando. Trump le ofreció enviar tropas para pelear una “guerra” contra los cárteles mexicanos, oferta que López rechazó. Fue correcta su posición, pero mantener una estrategia de seguridad irreductible, sin cambio o ajustes, llevará a fricción con Washington y violencia en el país.
En el contexto político interno en Estados Unidos, la relación con México se vuelve delicada, para los mexicanos, y compleja para López. No puede ceder de la manera grotesca como hizo al cambiar aranceles por política migratoria, tampoco puede mantenerse en el punto donde está. Entre más rígida sea su posición, es más fácil de quebrar. Necesita mostrar un cambio en la estrategia de seguridad y buscar resultados. López no puede seguir mendigando plazos de gracia para que le salgan las cosas, sino componer lo que rompió, antes de que lo compongan desde el norte.