Parecen lo mismo, pero no es lo mismo. Media entre las dos palabras que voy a mencionar, una distancia colosal.

La percepción se deriva de una pregunta:

¿Es lo mismo ser idealista que tener ideas?

No. Ni remotamente. Y trataré, si me permite, explicar esta opinión personal.

Todos, es parte de la naturaleza humana, podemos ser idealistas. De hecho, todos deberíamos serlo, esforzarnos por tener ideales. Sólo así es posible evolucionar y trascender en tiempos y formas.

Pero al contrario de lo anterior, no todos podemos tener buenas ideas. Esas mezclas de planes, estrategias, diseños y análisis entre otras cosas, por desgracia no a todos se nos da. A algunos más, a algunos menos. Y algunos se quedan en cero; no por su número, sino por su falta de congruencia, factibilidad y realismo.

Con este escenario, en otro de mis calenturientos razonamientos, volveré –sí, otra vez– a retomar el caso de don Andrés Manuel López Obrador, cuasi candidato del Movimiento de Regeneración Nacional a la Presidencia de la República.

Entre las figuras públicas que dominan en estos momentos el escenario nacional, disculpe, pero no encuentro mejor ejemplo que el del tabasqueño para confirmar la lejanía entre el ser idealista y tener ideas.

Con su permiso, preciso el concepto.

Nadie puede negar que López Obrador es un idealista. Está saturado, por lo menos así lo veo, de buenas intenciones. Sueña en sus deliquios mentales con un país modelo, con una Presidencia histórica y con ciudadanos perfectos.

Todo en esa República amorosa caminará con honestidad, sin envidias, sin rencores, sin atracos, sin violencia, sin antivalores. La clásica Utopía de Huxley se queda pend…iente ante lo que bajo su mano, según él, florecerá.

Es un idealista, insisto. Cree verdaderamente en eso, lo reconozco.

Pero tiene un problema y no es pequeño ni puede tildarse de trivial. Andrés Manuel no tiene idea de cómo lo va a lograr. Por lo menos, ideas sensatas, fincadas en la realidad, sustentadas en lo posible.

Esa cauda de promesas en donde danzan la paz pública en tres años, universidades para todos los jóvenes y no tan jóvenes, refinerías para producir la gasolina que requerimos, autonomía financiera con relación al capital extranjero, eliminación de un plumazo de la corrupción, elevación descomunal de salarios por decreto, erradicación total de la pobreza antes de terminar el mandato al que aspira. En fin, en todo lo que ha ofrecido, no tiene –me parece– idea alguna de cómo concretarlo.

Por eso me preocupa Andrés Manuel si es elegido Presidente. No por sus ideales, que cualquier mexicano bien nacido debemos compartir con él. No por sus sueños, que son los de todos los que amamos a esta Patria. No por desconfianza en sus valores, porque queda claro que los posee. No, no es por eso la inquietud.

Es por la falta de ideas. No hay piso que soporte las promesas de AMLO. No hay estructura que aguante los golpes de timón que anuncia. No hay sociedad que resista un terremoto de la magnitud que describe.

Me gustan los idealistas; los admiro. Pero me dan terror los que lo son, pero no tienen idea de cómo alcanzar sus sueños.

Disculpe don Andrés. Usted es un idealista por donde se le mire, pero hasta allí. Y la ausencia de ideas, sí me quita el sueño…

PRIMERO LAS PERSONAS

El espíritu navideño es una constante en el trabajo municipal que coordina Oscar Almaraz. Los hechos lo confirman.

Ayer, por cuarto día consecutivo las brigadas del ayuntamiento siguieron recorriendo la ciudad para apoyar y en su caso trasladar a albergues, a personas y familias afectadas por el intenso frío.

Queda de manifiesto que el quehacer público no radica sólo en levantar obras o anunciar proyectos. Nada como la labor humanitaria para demostrar que primero debe ser siempre el ser humano y después los avances materiales…

@LABERINTOS_HOY