En América Latina, Asia, África y Europa supeditadas a la ley del crimen organizado, niños y adolescentes se reclutan para desarrollar tareas de vigilancia, cobro de extorsión y tráfico de drogas, y para ser sicarios. El momento terrible es cuando uno de estos niños y adolescentes debe matar para sobrevivir y de “ahí, pa´l real” mientras dure su vida extrema, transformada su alma, pérdida su humanidad, siguen adelante con lo que le enseñaron, expuso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
En El Salvador de 2015-22 se registró 13 mil adolescentes imputados en el sistema penal pertenecientes a diversos grupos del crimen, más los que no están registrados y viven en la violencia realizado actividades ilícitas. En los últimos 5 años, 16 mil 327 menores murieron de forma violenta, una de las tasas más altas de homicidios contra esta población en el mundo. Indicó que la edad media de los integrantes de pandillas es de 25 años, la de reclutamiento es entre13 a 15 años.
Los eligen porque es fácil secuestrarlos o engancharlos al tratarse de población de escasos recursos y falta de oportunidades lo que les hace manipulables y permite servirse de ellos en acciones criminales y en su explotación interna a través de servidumbre o abuso sexual. Niñas y adolescentes cumplen roles de género al cuidado de personas, actividades de vigilancia, transporte u ocultamiento de drogas o armas, y son víctimas de diversas formas de violencia.
De acuerdo con el Índice Global en Delincuencia Organizada, México ocupa el cuarto lugar en el índice de países con mayor criminalidad. El primer lugar lo tiene República Democrática del Congo, seguido por Colombia y Myanmar. El mercado de la cocaína en América del Sur, en particular Colombia, se ha perpetuado a tal punto que los países de la región se han convertido en las principales zonas de tránsito de drogas del mundo, incluidos México, Guatemala y Haití. México tiene un mercado consolidado de armas y sirve como conducto para el flujo de armas hacia y desde EE. UU., lo que tiene impacto devastador en el nivel de violencia armada. México alberga varios mercados de delitos ambientales: la industria de la madera, el tráfico de vida silvestre, el contrabando de combustible.
Una consecuencia terrible de la “Guerra contra el Narcotráfico”, durante el sexenio de Calderón (2006-12) fue el incremento de casos de niños y adolescentes reclutados por la delincuencia organizada. Hoy, por desgracia, este fenómeno social sigue afectando. Aunque se desconoce cuáles son las dimensiones del problema, el número de niños y adolescentes oscila entre 35,000 y 460,000 y se presenta con más frecuencia en estados donde la inseguridad, la extrema violencia y las actividades de los grupos delincuenciales son cotidianas.
A esos factores hay que sumar la pobreza y marginalidad de muchas familias que viven en zonas violentas, la deserción escolar y la baja provisión de servicios por el Estado.