¿Que si lo extraño, me preguntas?… Desde luego, y si he de vivir en el presente ignorando el pasado, mejor sería haberme quedado en el tiempo en el cuál pasé los momentos más hermosos e inolvidables de mi vida. Ojalá hubiese tenido la mitad de la consciencia sobre lo vivido, como la que tengo ahora; sin duda, los habría disfrutado aún más, tanto, que no hubiese dejado que terminaran nunca.
¿Que me veo afectado por la nostalgia, dices?… Y cómo no habría de estarlo; ayer, cuando creí que todo seguiría igual, viví confiado, porque el tiempo entonces era mi aliado y caminabas junto a mí, pensando que nunca habrías de marcharte, al menos mientras nos quedara vida.
¿Que de qué estoy hablando?… De eso que estas pensando, de todo aquello que viviste a mi lado, compartiendo lo mucho o lo poco que tenías, y había tanto, que sobraba para seguir esperando, porque cuando se es feliz no se requiere de mucho, más bien, se requiere de sentir cada momento que se vive, sin pensar en el mañana, solamente teníamos que abrir los ojos al despuntar el día, para que la alegría de sabernos vivos reactivara la esperanza y todos los deseos que motivan la experiencia de vivir a plenitud cada uno de los días.
¿Que sigues sin entenderme? ¿Que todo lo que digo te parece un desvarío?… Cómo no habría de serlo, si vivo en la locura de saberme vivo, pero padeciendo por todo lo bueno que ya no existe.
¿Que habrá tiempos mejores, dices? Que hay más tiempo que vida, aseguras. ¿Pero cómo dices eso? Si tu tiempo se terminó antes que el mío, y viví tan pocos momentos a tu lado, y hoy sólo vivo de tus recuerdos que he atesorado.
Perdona que no te haya escrito antes, es que me quedé esperándote para decirte cuanto te quiero, sí, el mero día del padre, pero, se me olvidó que ya no vendrías, porque ya habías muerto.
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