Quienes piensen que en la política las decisiones se toman pensando en lo que es correcto o incorrecto, sufren una gran equivocación derivada de no conocer las entrañas de esa actividad.
En la política, no sólo en México, pocas, muy pocas veces, se hace lo correcto. En su lugar se hace LO NECESARIO. Merece las mayúsculas.
Y lo necesario, parece obvio decirlo, no tiene que ser lo correcto.
En este escenario es en el que se debe analizar el aparente salto de personajes del priísmo tamaulipeco en nuestro Estado de la talla de Oscar Luebbert Gutiérrez, Jaime Rodríguez Inurrigarro, Sergio Guajardo Maldonado o Javier Villarreal Terán, a las filas del Movimiento de Regeneración Nacional, conocido como MORENA, como se apreció sin confirmarse por ellos mismos, en el cónclave preelectoral que encabezó en Victoria el coordinador de los candidatos de ese partido a diputados locales, Alejandro Rojas Díaz-Durán.
Esa visión de lo necesario, es consecuencia de otro término frecuente en ese mismo ejercicio tan humano –no humanista– que es la política. Se desprende de la palabra SUPERVIVENCIA. También así, con mayúsculas generadas por su importancia.
Las dos palabras caminan de la mano: Se hace lo necesario para sobrevivir y se sobrevive haciendo lo necesario. En el orden que le guste expresarlo, el resultado es el mismo.
Habrá también quienes condenen a esas figuras bajo el argumento de que traicionan a su cuna partidista, pero aunque en realidad sólo se estarían acomodando casi en el mismo PRI pero rebautizado, no hay un solo político en Tamaulipas y en México, de cualquier membrete, que pueda tirar la primera piedra en ese terreno. Prácticamente todos alguna vez o muchas veces han “chapulineado” sin recato alguno de uno a otro membrete.
Así que para quienes acusan de tránsfugas a los priístas mencionados junto a otros tantos que les acompañaron a clavar esa primera pica en terreno morenista, la respuesta de esos indiciados políticos podría ser una vieja y muy aguda frase de la picaresca nacional:
“Mira quién me dice prostituta; Chucha, la de las arracadas…”

LAS DOS LEALTADES
Para abundar en el tema arriba citado, me permito citar en estas líneas una reflexión de un empresario ya fallecido de los medios de comunicación en Matamoros, Juan B. García, quien editaba el cotidiano La Opinión, también ya desaparecido desde hace muchos años.
Don Juan, como era costumbre llamarle, solía manejar una cita no sé si propia o adoptada, sobre la fidelidad en la política, según me platicó alguna vez el extraordinario amigo y mejor periodista Jorge Rodríguez Treviño, a quien recuerdo tras su partida final con especial estimación.
Decía así:
“Le lealtad en la política es la que observan los gatos y los perros. La lealtad del gato es hacia la casa, sin importar quién sea el dueño de ésta, mientras lo sigan alimentando y mimando. En cambio, la lealtad del perro es hacia el hombre o la mujer, porque no importa a donde se vayan les seguirán para continuar bajo su protección y cuidado, por lo que la casa es lo de menos”.
Palabras más, palabras menos.
¿Cuál es el escenario de esa sabia frase en donde mejor encajan los priístas tamaulipecos que presuntamente podrían abrazar la causa y colores de MORENA?
Aunque parezca confuso, embonan a la perfección en los dos ahí citados.
La verdad es que el Partido Revolucionario Institucional en Tamaulipas no tiene ni casa en lo que se refiere a la agrietada solidez de su estructura, ni tampoco tiene hombre o mujer a quien seguir a donde vayan. Es increíble, pero el PRI estatal se ha quedado en poco más de dos años de no estar en el poder estatal sin el perfil de auténtico partido; en tanto la mayoría de quienes fueron sus próceres, santones y damas de alcurnia están escondidos detrás de sus fortunas y sus miedos, sin asomar la cabeza. El tricolor se quedó sin líderes a quien seguir en esta patria chica y los esfuerzos de un puñado de fieles militantes no le son suficientes para no hundirse.
Queda claro, si es lealtad felina o es canina, lo primero es sobrevivir. Lo de más, lamentablemente, es lo de menos…

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