El embarazo en adolescentes es un importante problema de salud pública y fotografía del contexto social y de información del aspecto sexual. Dentro de lo vital que significa un nuevo ser, es una tragedia que por abandono de la sociedad de su responsabilidad de educarnos unos a otros, una adolescente sufra en lugar de gozar la maternidad, pues no está preparada para ello desde todo punto de vista.
El estado nutricional de la madre determina el peso de nacimiento, la salud y el pronóstico vital del recién nacido. El ciclo se asocia a la situación de la madre antes del embarazo. Un determinante del retraso de crecimiento intrauterino es la estatura de la madre, reflejo de su estatus nutricional durante su niñez, y su ganancia o no de peso, durante el embarazo. El cuidado nutricional a la mujer en edad fértil es clave para la vida del recién nacido, cuyo riesgo de mortalidad supera al período infantil. De 6,3 millones de muertes de niños menores de 5 años en el mundo por año, 2,7 millones ocurren en los 28 días de vida.
La consecuencia común del retraso de crecimiento intrauterino es el bajo peso al nacer (BPN), menor a 2.5 Kg., índice predictivo de mortalidad, 14 veces mayor en niños con BPN respecto a los recién nacidos con peso adecuado. La mortalidad de menores de 5 años tiene las siguientes causas: Nacimiento prematuro (17%), Neumonía (15%), Complicación en preparto y alumbramiento (11%), Diarrea (9%) En los países pobres, con alta mortalidad infantil, 20% de esas muertes ocurre en el período perinatal. En los países con tasa de mortalidad infantil inferior a 35 por 1,000 nacidos vivos, más de la mitad de las muertes corresponde a neonatos. La prevalencia de BPN es de 9%. La nutrición intrauterina es importante para imprimir en el feto características metabólicas que influyen sobre su riesgo de desarrollar obesidad como adulto. Bajo circunstancias de insuficiente nutrición intrauterina, los genes del feto se adaptan a vivir así. Al nacer, la programación se mantiene lo que favorece el Síndrome Metabólico. Hijo de madres diabéticas, hipertensas, obesas, tendrá mayor riesgo de replicar estas patologías por factor genético y este mecanismo de programación fetal.
Una alta proporción de niños de 2 a 5 años recupera un peso adecuado pero no recupera la pérdida de estatura generada en los primeros 2 años. Durante los 6 a 18 años el proceso de crecimiento continúa el patrón establecido, es lento pero constante. Desde el punto de vista antropométrico, en esta etapa el crecimiento longitudinal de los miembros inferiores es mayor que el del tronco. Es una etapa clave para el desarrollo emocional, social y cognoscitivo. En cuanto a alimentación, los niños de esta edad comparten con el adulto la dieta, en sectores pobres, requieren reforzamiento para contar con cantidad y calidad adecuada para los requerimientos derivados de su actividad.
Déficit en el consumo de macro y micronutrientes repercute en la capacidad de atención y aprendizaje. Se inicia la adolescencia, reto al desarrollo. Aparecen características sexuales secundarias y se produce aceleración de la velocidad de crecimiento que se prolonga 5 a 7 años después del desarrollo puberal. En las niñas, la mayor velocidad de crecimiento se observa alrededor de los 11 años, en los niños tiene un retraso de 2 años. En este período, se obtiene 15% de la estatura, 50% del peso corporal y 45% de masa ósea. Asociado a este fenómeno de crecimiento, las recomendaciones nutricionales para este grupo son superiores a los de la población en general. En este período, los varones duplican a las niñas en tejido magro. Como consecuencia, el cambio hormonal y desarrollo sexual femenino inicia una etapa de mayor probabilidad de anemia por déficit de hierro, derivada de la menstruación y el parto, lo que requiere especial atención, a su vez, se produce una etapa de alto riesgo de transmisión inter-generacional de la desnutrición en sociedades en que la reproducción se inicia temprana edad.
Durante la vida adulta se manifiestan las características fisiológicas. Quien fue niño desnutrido se desarrollará con mayor o menor dificultad, dependiendo de la forma cómo se haya corregido el déficit de ingesta en su infancia o de cómo estas carencias se hayan mantenido a lo largo del ciclo. El patrón alimenticio del adulto se traduce en ejemplo al niño que aprende un tipo de dieta. Dicho patrón se convierte en factor protector o promotor de riesgo alimenticio, cortando o reproduciendo el círculo de la malnutrición.
El estilo de vida de los adultos, marcado por baja actividad física y consumo de alimento rico en grasa saturada, calorías y sal, complementa el fenómeno de la malnutrición, haciendo cada vez más prevalente el sobrepeso y la obesidad, y sus consecuencias en enfermedades no transmisibles. En México la obesidad y sobrepeso afecta a 74% de las mujeres y a 70% de los hombres mayores de 20 años.