Cuántas cosas dejamos de mover en el año que está por terminar; mi esposa se dio cuenta, al abrir uno de nuestros closets y se hizo el firme propósito de obsequiar aquello que aún puede prestar una utilidad a otras personas, después me invitó a hacer lo mismo y estoy consciente de ello; durante el año fui obsequiando cosas, aunque me preocupa el hecho de haberme resistido a dejar ir otras cosas que no son precisamente materiales, pero que con el pensamiento logran materializarse; tal vez a usted le pase lo mismo, quisiera deshacerse de muchas cosas que con el tiempo se han ido acumulando en la consciencia y son tan pesadas y tan tóxicas que ocasionan que nos sintamos mal y de hecho nos causen malestar.
En una ocasión, en vísperas de Navidad, me encontraba sentado en una banca de una plaza cercana al centro comercial de nuestra amada ciudad Victoria, esperaba a mi buen amigo Antonio, de pronto, se sienta a mi lado un adulto mayor de aproximadamente 80 años, me saludó cortésmente y como si me conociera me dice: ¿Sabías que las personas tenemos tres capas emocionales?
Por unos instantes me quedé callado pensando ¿de qué está hablando este hombre? Sí, dijo, tenemos tres capas emocionales en nuestro ser, la primera es la más superficial, todos la pueden ver y en ocasiones sentir, porque en ella evidenciamos lo que queremos reflejar en el exterior, es una capa hasta cierto punto engañosa, porque nadie sabe a ciencia cierta si nos retrata lo que realmente somos.
La segunda capa es la intermedia, ahí es donde guardamos las emociones más sinceras, de ella escapan en forma espontánea las risas, las lágrimas y las expresiones que muestran la nobleza del corazón, es una capa resguardada por la timidez a no ser lastimados, engañados o defraudados, es por ello un tanto reservada; la tercera capa, es la más profunda, en ella se encuentra lo más oscuro de nosotros, está llena de emociones reprimidas, muchas de ellas consideradas inaceptables cuando se sujetan a una moral que nos exige prudencia, congruencia y respeto por nosotros mismos y por los demás, raramente dejamos salir de nuevo esas emociones porque representan todo aquello que no nos gusta de nosotros mismos.
Las tres capas nos acompañan durante toda la vida y de nuestra conciencia y voluntad depende que mantengamos un equilibrio armónico de nuestro ser y nos depara una paz si no perfecta, perfectible, porque, definitivamente las emociones van y vienen todo el tiempo mientras estemos vivos.
Si decir más, así como llegó, venido de la nada y en forma espontánea, aquel hombre se despidió cortésmente y se marchó, yo permanecí sentado en la banca, haciendo una reflexión sobre el contenido de aquella charla, y he de confesar, que hasta llegué a sentir un poco de escalofrío, de temor, pero al final, me permitió echar una mirada a mis tres capas emocionales y así poder valorar qué tan pesada o tan ligera sería la carga que llevo ahora conmigo.
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