El día en que no se tenga nada bueno que contar, será el día más triste de la humanidad (SBC).
Quisiera empezar todos los días con un pensamiento positivo, levantarme agradeciendo a Dios por estar vivo, por poder tener un aire respirable con la menor contaminación posible y la combinación perfecta de oxígeno; quisiera empezar por ver las maravillas que nos obsequia la naturaleza, escuchando el canto de las aves, respirando el aroma de las flores, contemplando los mil y más colores, hasta formar un arcoíris en mi ánimo.
Quisiera empezar el día sintiéndome tan fuerte física, mental y espiritualmente, para llenar mi ser de puras cosas positivas, para poder negarme a recibir mensajes llenos de mentiras, de odio, de vergüenza, que tienen como fin, el que todos nos sintamos miserables, indefensos, huérfanos de patria.
Ya basta con denigrar la dignidad del mexicano, ya basta de sembrar siempre la semilla de la victimización, basta de inducir las epidemias de miedo, de terror y de venganza, de motivar los enconos entre hermanos, de clasificarnos como de primera, segunda y de tercera, de discapacitarnos para sacar provecho de nuestras debilidades.
Todos valemos lo mismo como seres humanos, por qué el empeño de los que evidencian las ambiciones mezquinas, en hacernos sentir miserables, ignorantes, rencorosos y corruptos.
No necesitamos de un padre, un caudillo, un superhéroe para que nos salven de nosotros mismos; cada mexicano sabe qué clase de persona es y tiene las mismas oportunidades para cambiar positivamente, sin la necesidad de comprometer o vender su voluntad.

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