“Según aquello que dice la Escritura: No hay uno que sea justo, no hay quien sea cuerdo, no hay quien busque a Dios” (Romanos 3:10-11).

Sin duda las elecciones del presente año tienen un significado vital para la viabilidad de nuestra nación, nada parece fácil, nadie parece tener la solución para frenar el deterioro de los valores, de los derechos humanos, de la justicia, la democracia y la paz.

Independientemente del impacto negativo que para la sociedad han tenido las diferentes administraciones de los bienes de la nación; el mayor reclamo de los mexicanos para con el gobierno, resulta ser el endeble combate contra la corrupción, de ese perenne reclamo, está el que emana de las voces que en verdad han sufrido las injusticias más citadas en los medios de comunicación, tal vez, los reclamos menos atendidos o atendidos ineficiente o insuficientemente por las autoridades competentes, que no han evidenciado la voluntad legal para resolverlos con justicia. Mas existen otros reclamos, de hecho muy particulares, de los que se sienten agraviados por la frustración de no haber podido encontrar los espacios para poder desarrollar sus ambiciosos planes personales, de aquellos que siempre han querido sobresalir política, económica y socialmente, y resintieron los bloqueos impuestos por personajes mayormente encumbrados, simplemente por no estar identificados con un grupo determinado, o por trastocar los interés de los mismos.

Quisiera pensar que la mayoría de los ciudadanos estamos pugnando por que se hagan valer los derechos constitucionales, y no nos mueve únicamente un sentimiento negativo que privilegia los instintos revanchistas y vengativos, ya no sólo contra aquellos  políticos que han infringido la ley, sino contra los propios conciudadanos,  sólo por el hecho de pensar diferente y pugnar por una solución a la problemática de México, que conlleve a un cambio que involucre la voluntad de todo un pueblo para trabajar en el mismo sentido, y que es el poder tener una nación, libre, soberana, justa y democrática, que privilegie los valores y los derechos fundamentales.

 

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