El sábado por la mañana acudimos a realizar ejercicio con el Grupo de Ayuda Mutua adscrito a nuestro Núcleo Básico de Salud, mejor conocido como GAM COPELFEI, el clima era agradable y el ambiente entre los compañeros estimulaba los deseos de recuperarnos lo más rápido posible de los efectos del sedentarismo de los “Quédate en Casa y la Sana Distancia” con motivo de la aún presente pandemia de Covid-19; después de realizar la práctica de activación física, se realizó una sesión de preguntas al contar con la presencia de una compañera de trabajo especialista en Nutrición, y al finalizar,0. uno de los participantes se acercó conmigo y me mostró en su brazo un espécimen de mosquito de la clase Aedes Aegypti, el insecto parecía ahora muy robusto y lleno de fuerza, tanto que alarmó a nuestro paciente y me preguntó:¿Y ahora que sigue médico? Tal vez, empecemos a tener casos de Dengue, Zika y Chikungunya; pues las recientes lluvias habrán habilitado ya los criaderos de estos mosquitos.

Lo anterior me recordó que desde que había iniciado la temporada de lluvia, no había tenido comunicación con el Tío Tiótimo y como en algunas regiones fue tanta la lluvia que ocasionó inundaciones y problemas de comunicación, pensando por ello que el pariente podría tener algún problema y no hubiera causado baja del censo de los centenarios de ascendencia revolucionaria, aunque conociendo la buena madera del Tío, me tranquilizaba por momentos, además, por el amor que se le tiene a estos hombres que figuraron dentro de la tropa de los héroes que nos dieron patria, se podría decir que estaba garantizado al menos sus derechos a la salud.

De camino al Rancho la Soledad, meditaba sobre la negativa del pariente a usar la nueva tecnología y esto fuera precisamente la causa de la falta de comunicación,  y como dice él “Para un oído viejo no hay nada mejor que un aparato viejo” de ahí que se empeñe en utilizar el teléfono convencional, aunque siempre me recuerda, que más que las fallas  en la red lo que se presenta habitualmente, son  alteraciones naturales, como un pájaro carpintero o las termitas que terminaron con la viabilidad funcional de aquellos legendarios postes negros que llevaban a los poblados la otrora maravillosa línea de comunicación telefónica; lo que condiciona, a que pasemos largos períodos sin comunicarnos, y  genera especulaciones.

Pues bien, la mortificación llegó a mi ánimo, por eso medio llené el tanque de gasolina y me fui sin escalas al Rancho. No puedo negar que disfruté el camino, pues el clima en estos momentos es más fresco, y para ahorrar combustible abro siempre las ventanas, recordando con ello, que de joven siempre soñé con tener un auto convertible, y veía cómo mi blonda cabellera, ondeaba con el aire originado por la velocidad; pero poco me duró el gusto, pues recordé, un consejo que me dio el tío Tiótimo, una vez que le di un raid a Cd. Victoria y se le volara  el sombrero, y me diera  cuenta, que cuando decía que no tenía un pelo de tonto, eso era verdad, porque estaba casi calvo, y me recomendaba que después de los 50 años no me expusiera ni al sol, ni a las corrientes  fuertes de aire, es más, ni a los arranques pasionales donde a la mujer le da por acariciarte el cabello como un gesto de romanticismo, porque está comprobado, que pierdes más de los 100 cabellos diarios, y entonces, decía, se te empiezan a ver las lonas; así es que, me olvidé del ahorro energético y subí los vidrios de auto, para medio disfrutar del aire artificial.

Al llegar al rancho me extrañó no ver al pariente disfrutando de la resolana, situación que siempre le discutí, porque no podía imaginar cómo podía soportar ese tremendo calor del mediodía, en los días de verano, pero él aseguraba, que había observado con detenimiento a las iguanas, y que el sol les ayudaba con aquello del cambio de color, y eso les permitía, en ocasiones,  pasar inadvertidas, era pues una especie de camuflaje; en fin, el pariente no estaba ahí y en vedad me asusté; así es que le empecé a gritar, y de pronto apareció, en bermudas estampadas, tenis, una gorra y lentes de sol; se veía tan curioso, que no pude aguantar soltar una carcajada, y desde luego, a él no le agradó, y como debe ser, me pidió respeto, y al instante guardé compostura. Después me explicó que ese cambio tan radical, se debía a que el gobierno del Estado de Texas había encontrado en el registro civil una supuesta copia de su acta de nacimiento, y le achacaban había nacido ahí, por lo que con motivo de algunas celebraciones de buena vecindad y para limar asperezas con el Gobierno Federal, considerándolo un digno ejemplo de ciudadano binacional le extendieron una invitación, le habían mandado para el pasaje y ya le tenían su hospedaje; por lo que le dije: ¿No le parece raro tío? Y él contestó: Ay sobrino, en estos tiempos de tanta crisis, y de distorsiones en la comunicación, nada resulta extraño.

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