Un gran número de los conflictos que hay en la relación matrimonial, surgen por las diferencias que existen en la pareja para solucionar las necesidades individuales; muchas parejas, cuando se suscitan estas controversias se preguntan si verdaderamente existe amor entre ellos, o por qué el amor no resulta ser tan fuerte, como para vencer el egoísmo propio de nuestra raza. Tenemos que reconocer, que por más que se ame a una persona, no se puede ceder a todas sus demandas, pues algunas de ellas, pudieran ser contrarias a nuestra manera de ser y de pensar, y cuando se trata de conciliar un acuerdo de neutralidad, surge espontáneamente la intensión de la imposición de autoridad basada en la realidad que cada quién está viviendo, y que pone en evidencia el hecho de saber ¿Quién está por encima de quién? Cuando existe una buena comunicación en la pareja, y se ha logrado superar los desequilibrios emocionales, generados al interior de la misma, reina un ambiente de paz y cordialidad, mediado por el interés mutuo de perseverar la unidad, privilegiando el respeto y la conciliación, pero, que no deja de correr riesgos, cuando se da entrada libre a las causas externas, aquellas donde priva, en ocasiones, un caos precisamente por la gran tormenta de sentimientos generadores de energía negativa, que son tan o más contagiosos que los virus, y que al aceptarlos y atraerlos hacia nosotros, ya sea por estar interesados de buena voluntad en tratar de ayudar a los demás a encontrar ese punto medio entre lo que nos hace sentir bien y nos hace sentir mal, y ante la cerrazón de los dolientes, sólo se lograr erosionar y vulnerar nuestra integridad emocional, al hacer nuestros, dichos sentimientos de auto destrucción, y que como sabemos, provienen del desajuste emocional que experimentan algunos de nuestros familiares, amigos muy cercanos y otras personas con las que interactuamos frecuentemente, y que son muy susceptibles a las conexiones tóxicas con entidades con las que se relacionan, y que por paradójico que parezca empatizan de primera intensión y forman apegos muy inestables pero apegos al fin.
Decía mi abuelo materno de nombre Virgilio, cuando experimentaba algún abrupto de su carácter: No soy una perita en dulce, aguanto hasta donde puedo y cuando ya no tolero la molestia de sentirme mal, digo todo lo que siento, pero para mi fortuna, Isabel no discute conmigo los motivos , se limita a escucharme, me pide que me calme, me da por mi lado y me hace entrar de nuevo al círculo de la armonía que juntos hemos logrado establecer; yo sé que no está de acuerdo en mucho de lo que digo o hago, pero respeta mi forma de ser, y yo respeto la suya, de esa manera logramos llevar la fiesta en paz, estoy consciente de que somos dos personas diferentes y cada quien tiene su carácter, ninguno ha pretendido tener el carácter del otro, trabajamos juntos por ser lo más felices que podemos. Y sí, con el tiempo entendí que mi abuela Isabel, bajita, delgadita y muy dicharachera, empleaba la mejor estrategia para tener el control de sus emociones, ella siempre fue la fuerte de la relación sin tratar de demostrarle a mi abuelo que lo era, un día le pregunté: ¿Abuela, como le haces para no perder el control? Y me dijo, simplemente no me interesa tener el control, no lo necesito para tener lo que más quiero en la vida, pues lo tengo y eso me basta.
¿Por qué a las parejas actuales y sobre todo a las de la nueva generación se les hace tan difícil mantener una relación saludable? Yo diría, que uno de los factores más desestabilizadores es la falta de respeto a sí mismos y entre sí, cuando se le da poder al egoísmo, cuando nos cegamos a ver que el otro es diferente y dejamos de tratar de hacerlo a nuestra semejanza, siempre estaremos en conflicto, aquí cabría preguntarnos: ¿Por qué aseguramos que Dios nos hizo a su imagen y semejanza? Bueno, desde mi muy particular enfoque y con la humildad y respeto que me merece el tema les digo: tal vez surge la idea de que somos hombres y que la semejanza no implica el hecho de ser divino y poderoso como el Señor, pero en su Unigénito nos envió la respuesta: Jesús el Hijo del Hombre, él nos mostraría el camino para ver en nuestras diferencias y contrariedades la posibilidad de ser mejores y estar y vivir en armonía, para poder entrar a su reino y disfrutar de la vida eterna, un reino, donde todos somos iguales y no envidiamos nada el uno del otro.

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com