Todos los días se aprende algo nuevo, pero no por tener más conocimiento, se puede estar en posición de decir, que por ello, se es más feliz o te sientes más satisfecho; por eso, tienes que compartir tu experiencia con los demás, incluso, de la manera que a ellos les sea más provechosa para su crecimiento personal, pero sin abandonar tus principios, de esta manera, se podría velar por la estabilidad que da la armonía y se mantendría intacta la dignidad.

La semana que terminó, aprendí que se puede tener el valor moral de reconocerse como una persona de buenos sentimientos, sin tener que sentirse culpable de la posibilidad perder la humildad y de pecar de vanidoso.

Aprendí, que defectos todos tenemos, pero, que no debes de perder de vista que estos, serán tan grandes como tú los quieras ver, porque el tiempo te dirá, que aquello que siempre habías considerado como una debilidad, te dio la oportunidad de encontrar la manera de ser mejor.

Aprendí también a reconocerme como un buen amigo, porque jamás he hecho distingos para con nadie, que sintiendo empatía, me confirió la confianza de entrar en su vida, para compartir penas y alegrías. Que igual me duele saber, que para algunos sólo he sido considerado como un puente para obtener lo que quieren, pero de ello no me arrepiento, pues el hecho de servir a los demás, sin pedir nada a cambio, me da la satisfacción de saberme útil, sin sentirme utilizado.

Aprendí que el silencio es el lenguaje de la soledad, que se puede no decir una palabra cuando estás cerca de alguien, pero con una mirada se dice todo; que el alma se alimenta del amor que puedas obsequiar, que una canción te puede traer de regreso cuando todos te consideran un objeto, que un recuerdo se puede vivir de nuevo y regresarte la vitalidad que permaneció dormida por el olvido.

Aprendí que somos más afortunados de lo que pensamos, y menos desvalidos de lo que nos han hecho creer; que lo que nos hace más vulnerables ante las amenazas sentidas, es el miedo, y que la única manera de perder la esperanza, es cuando dejamos de creer y amar a Dios por sobre todas las cosas.

Todos los días se aprende algo, he aprendido por qué los pobladores de esta tierra poseemos dos naturalezas: La humana y la divina, porque gracias a ello existimos y tenemos dos motivos para ser y estar: Amar a Dios y amar a nuestro prójimo.

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