Un buen día, después de tanto buscarme, me encontré con migo mismo, y por fin, la pregunta que por tanto tiempo me había hecho, yo mismo me la pude contestar; desde luego, que al principio trató de eludir mi presencia, me dije, seguramente me volveré a engañar y empezaré de nuevo la búsqueda, pero la verdad, ya estaba cansado de tanto huir de mí mismo, por eso, con la mayor serenidad me dije: ¿Quién soy? Contéstame sin rodeos.
Pero yo mismo permanecía callado, con una expresión en la cara como si estuviera confundido o tal vez asombrado, pero de tano insistirle por fin me respondió: Yo soy tú. Molesto me dije: No quiero más evasivas, no trates de confundirme nuevamente, o me dices la verdad, o no vuelvo a buscarte. Al ver mi actitud tan firme, a yo mismo no le quedó más remedio que encararme, entonces dijo: Me gustaría empezar diciéndote: ¿quién no eres tú, podrías permitirme ésta libertad?
Desde luego, eres libre de decirlo de la manera que tú desees, lo único que te pido, es que me digas la verdad, no me importa por donde empieces.
Está bien, mira, tú no eres un ángel que bajó del cielo. Yo nunca dije que era un ángel, ¿de dónde sacas esa idea? Bueno, tú siempre te has considerado una persona buena desde que naciste, pero se te olvida que bueno solamente es Dios. Después que creíste que eras un ángel, de ahí te surgió la idea de que por ser de origen divino, podrías tener poderes sobrenaturales. ¿Poderes sobrenaturales? ¿Pero de qué estás hablando? De esos poderes que te has adjudicado, como el don de hablar con las plantas, con los animales, el de tener sueños proféticos, el de poder mover cosas a distancia, el de poder leer la mente de algunas personas… Oye, escúchame yo nunca he dicho que tengo poderes. Bueno, tal vez no lo digas directamente, pero lo has dado a entender.
¿Recuerdas cuando eras un niño y pensabas que tu energía provenía del sol, asegurabas que gracias al astro rey tú podrías recargar tu energía y así poder aguantar tantas cosas que otros seres humanos no podían? Bueno, en esa edad, los niños tenemos muchas fantasías, tal vez eso lo tomé de algún superhéroe de los cuentos de Marvel; recuerdo que algunos de mis amigos de la infancia se creían Superman, otros Flash o Linterna Verde. Bueno, pero tú te lo creíste y vaya que te expusiste a muchos peligros de los cuales afortunadamente saliste ileso, pero eso afianzaba tu idea de ser inmortal e indestructible. Recordar eso me da pena, fueron cosas de niños. Sí claro, cosas de niños, pero ¿qué tal cuando llegaste a la adolescencia? ¿Qué pasó en mi adolescencia?
En esa etapa de tu desarrollo te diste cuenta que estabas perdiendo tus supuestos superpoderes, los golpes dolían, las palabras dolían, las frustraciones dolían, y tú te aferrabas a la falsa idea de que eras indestructible, y que todo se trataba de una edad en la que se están ajustando nuevos poderes, o sea, estabas dejando atrás los poderes adquiridos en tu niñez, porque ahora necesitabas tener otros que requirieran aún mayor fortaleza, bueno creo que fue en esa etapa en la que te preguntaste por primera vez ¿Quién soy yo?, por cierto, fue ahí donde supiste que había un poder mucho más grande que cualquiera que habías conocido, no se comparaba con ningún otro, porque éste tenía la capacidad de ser polivalente, te hacía sentir tan fuerte como nadie, pero a la vez tan vulnerable como ninguno, lo mismo podía hacerte emanar un calor que derretía, que congelar todo lo que tocabas, podía mantenerte despierto todo lo que quisieras, pero también podía hacerte caer en un sueño profundo, que te podía mantener entre dormido y despierto, y te podías transportar sin moverte desde el lugar que te encontrabas; un poder, que podía quitarte la vida y te la devolvía cada vez, cómo una vida nueva; fue en ese momento, en el cuál empezaste a creer que tú no eras todo aquello que un día pensaste que eras, y entonces empezó tu verdadera búsqueda para saber quién eras; luego, quien eras, te facilitó las cosas, y te buscó a ti y te encontró, al principio no te percatabas de ello, pero lo llegaste a sentir muchas veces, fue cuando te preguntabas: ¿Qué me está pasando? Por cierto, en esa ocasión, con cierto temor te atreviste hablar con quien no podías ver, sólo sentir, y como todos, esperaste a que te respondiera como tú querías, pero, fue Él quien te facilitó todo para que pudieras tener un poder que ningún superhéroe de historieta te podía dar; desde ese día nada se pudo interponer en el camino para saber quién eras.
¿Entonces ya sabes quién, eres? Ahora no temas más y ejerce ese poder con humildad, porque cuentas con la esencia divina que mueve todo cuanto existe, se llama amor.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com