Con la luz del día puedo apreciar en toda su valía la libertad de la que aún soy dueño, y agradezco a Dios tener un par de piernas con las que puedo caminar, correr, o brincar, según mis deseos; aunque hoy, se vean frenados mis anhelos por el desconsuelo causado por una calamidad; pero igual disfruto el obsequio de la luz del sol, y si me detengo a mirar el cielo desde el umbral de la casa, y si las nubes quiero alcanzar con mi pensamiento, alzo el vuelo sin ningún contratiempo, y me veo igualmente disfrutando de mi libertad, aunque en este momento esté cautivo por el citado acontecimiento. Mas, cuando llega la oscuridad, detengo la marcha en sus modalidades naturales, de existir un espacio abierto, pero, antes de dormir, me doy a la tarea de seleccionar mis pensamientos, como si fueran fotografías que con mis ojos pude tomar al aprovechar la luz del día, y en ellas quedaron captados todos los momentos gratos que con la vista disfruté, y que en mi mente pude guardar para poderlas disfrutar, cuando el cuerpo reposa, mientras que la mente, se dispone a reparar los desgastes conducentes; entonces, en aquella oscuridad inicial, siempre se puede apreciar en el interior, una luz que no se apaga cuando se duerme, cuya intensidad es gradual conforme se organizan la imágenes, y como si fuera la lámpara de un proyector de fina lente, empieza la luz a iluminar los negativos de las vivencias de los recuerdos, convertidos en vivos sueños extraordinariamente.
Me dicen que soy incoherente, que vivo y sufro de continuas fantasías, que debo de vivir de la realidad, para que se me pueda tomar en cuenta por la sociedad, más yo les digo, que si no fuera como soy, no tendría la más mínima oportunidad de ser escritor. Qué sería de mí sin la chispa de la creatividad; tal vez en este involuntario cautiverio, estaría hablando ya con las paredes, y hasta estos momentos, no me da por hablarles; por eso prefiero ir más lejos, hasta donde mi libertad me lo permita, total, no he sabido de ningún virus mortal que pueda contagiar los pensamientos, a estos, sólo los puede afectar las emociones extremas, cuando se les encierra en los criterios rígidos de aquellos que no creen ni en ellos mismos.

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