Un buen día me vi empujando una carretilla, que de estar vacía, poco a poco se fue llenando de piedras, mismas, que al paso del tiempo iban depositando las personas amadas; al principio no sabía por qué les permitía que hicieran más pesada mi carga, hasta que llegó el momento en el que ya no pude empujarla más, y decidí descansar, por lo que me acerqué a la sombra de un gran árbol, que se encontraba a la orilla del camino en uno de los tramos de mi vida; cuando reposaba sobre el grueso tronco, sin pensar, hablé en voz alta y dije: ¿Por qué hago esto? ¿por qué cargo tanto peso si yo no deposité estas piedras en la carretilla? Entonces se escuchó una voz que decía: Pregúntate primero ¿por qué empezaste tu marcha llevando contigo una carretilla? Medité un poco sobre aquella respuesta, y efectivamente me pregunté ¿Por qué llevo conmigo una caretilla, si lo que más quiere un hombre en la vida, es transitar por el camino de su vida con toda libertad, ligero de ataduras y evitar tropiezos inesperados? De nuevo escuché aquella voz que parecía venir de la nada, decirme: Dios te obsequió la carretilla para que tu andar por la vida no fuera tan rápido, recuerda que no siempre el que lleva prisa es el que llega más pronto a su destino, de hecho las piedras las fuiste depositando tú dentro de la carretilla y eran obstáculos que encontraste en el camino, los cuales fuiste quitando para no volver a tropezar con ellos. Ahora empiezo a entender, pero ¿qué objeto tenía cargarlas conmigo? ¿Por qué no simplemente las fui haciendo a la orilla del camino? Eso fue una decisión enteramente tuya, tal vez las llevaste contigo porque cada una de ellas tenía un gran significado para ti, si las observas bien, podrás ver que cada una de ellas tiene un número y una leyenda escrita, toma la primera piedra y lee con atención, la primera son las lágrimas de tu madre, no lloraba por ti, lloraba por todo aquello que le hubiese gustado vivir para que tú y tus hermanos fueran felices. La segunda piedra contempla el permanente enojo de tu padre consigo mismo, porque siempre quiso lo mismo que tu madre, darles lo mejor de sí, pero igual llevaba empujando una pesada carretilla llena de piedras que contenían su propia historia. La tercera piedra habla de tus propias lágrimas, las muchas que derramaste ante la impotencia de no poder hacer más por los tuyos cuando más te necesitaban; las siguientes 9 piedras tienen grabada la historia de cada uno de tus hermanos, encierran en sí el porqué de aquello que no les agrada de sí mismos y suponen se vieron obligados a vivir a causa de las circunstancias. Después vienen unas piedras de tamaño mediano, pero no por ello pesan menos que las demás, una de ellas lleva escrita la historia de tu amada esposa, sus sufrimientos, los que tú causaste y los que ella misma se causó, hablan del egoísmo mutuo, por privilegiar el orgullo antes que el amor, hablan también del dolor que le causa el no poder heredar a sus hijos la paz y la armonía que tanto adolecen. Escuchaba con toda atención, y de pronto, la voz dejó de escucharse, al ver que aún quedaban algunas piedras en la carretilla, desesperado, le supliqué a la voz que continuara y compadeciéndose de mí, me dijo: Esas pequeñas piedras aun pequeñas, apenas están grabando la historia de tus nietos, las has recogido antes de tiempo. ¿Y por qué recogí antes de tiempo? ¿Acaso no recuerdas que Dios te dio por oficio el de alfarero? Tienes mucho trabajo por delante, levántate y sigue caminando.
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