La semana pasada aprendí cosas nuevas sobre el significado de las palabras, aprendí que cuando necesitas de otras personas, la necesidad adquiere importancia de acuerdo a la percepción y al afecto que pueda sentir la persona a la que le externas tu necesidad; aprendí, que quien te ama de verdad, hará suya tu necesidad y buscará por todos los medios ayudarte; aprendí, que cuando alguien cercano a ti percibe que su necesidad es mayor a la tuya, sólo podrá brindarte buenos deseos, tal vez, porque dentro de sus prioridades se encuentra el sanar primero. Aprendí también, que en cuanto asoma la mejoría de la situación en la que te encuentres, de manera automática se desactivan todos los mecanismos que fueron puestos en acción para ayudarte, o sea, todo trata de volver a la normalidad, perdiéndose con ello una valiosa oportunidad para retomar aquello que existió alguna vez, y se fue perdiendo con el tiempo. En mi caso, aprendí que el egoísmo nunca te abandona, y mucho menos, cuando estás en estado de necesidad, pues sigues queriendo tenerlo todo: amor, cuidados especiales, atención integral, hacer perseverar tus ideas, recomponer tu vida sin tomar en cuenta las necesidades de las otras personas.
La semana pasada, aprendí, que debo de soltar tantas cosas que pensé dependían de mi forma de ser y de actuar, pero por el contrario, yo me valía de ello para tratar de controlar el ser y actuar de otras personas, aprendí a que por más unido que te puedas sentir a otro ser, tienes que regresarle su libertad para que deje de sentirse obligada a fingir que vive una vida maravillosa sólo por el hecho de mantener un equilibrio.
La semana pasada me enfrenté con mi peor enemigo: conmigo mismo y me dije !Ya basta de sentirme la víctima! porque es una carga tan pesada que por años ha frenado mis oportunidades para sentirme feliz.
La semana pasada murió en mí la autocompasión y me prometí ser un hombre nuevo.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com