La extinción de los fideicomisos en el senado mexicano convulsionó más a las fuerzas políticas que disputan el poder desde el siglo anterior, que las sociedades del conocimiento, la investigación, la tecnología, la agroindustria y la comunicación que en el primer cuarto de este siglo tiene particular relevancia. Estos fideicomisos también comprenden asuntos de carácter social que palian las problemáticas de sociedad contemporánea, relacionadas con fenómenos como la violencia y sus derivados.

Son recursos cuya normatividad permite únicamente que se apliquen en los fines para los que fueron diseñados y no únicamente se comprende aportaciones de erario público, en el agropecuario tamaulipeco y nacional tendrá un impacto negativo ya que en distintas regiones hay Institutos de investigación, que sirven como indicadores para el país tenga elementos para diseñar los planes de desarrollo.

Asimismo les permite a los inversionistas de la actividad primaria disponer de información para desarrollar proyectos de producción bajo modalidades donde se optimicen los básicos de la producción de granos, carnes, frutas, verduras y otros productos para que la población tenga una alimentación balanceada.

La relevancia de los fideicomisos como figura jurídica esta más allá y por encima de los apetitos políticos, al grado que algunos particulares heredan sus bienes a sus descendientes a través de un fideicomiso, ya que les permite asegurarse que únicamente para quienes fue creada esa figura es quien pueda disfrutar de los bienes. Se aplica hasta en las grandes empresas.

Por ello resultaba complicado para la administración federal disponer de los recursos encapsulados en esa figura jurídica y ante la emergencia de recursos para construir la cuarta transformación, lo más práctico y funcional fue extinguir esa figura pues el estado estaba obligado a aportar los recursos necesarios para un crecimiento y un desarrollo ordenado, que les permita a las generaciones disponer.

De los fideicomisos se habla desde 1924, según investigaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, desde entonces esta figura ha predominado en el gobierno mexicano. Cuatro etapas de 1932 a 1974, época en la que todo estaba regido por esa figura.

Del 1975 al 2000 lo más relevante fue el manejo que el Presidente Luis Echeverria le dio a esta figura, que consistió en la expropiación de predios y zonas urbanas. La finalidad de Echeverria fue ahuyentar la inversión extrajera, pareciera una mera casualidad con lo que se observa en la actualidad.

En otro orden, según el Inegi 3.6 millones de personas nos han vuelto a laborar después de 7 meses de pandemia en México, pero las necesidades de un trabajo según la misma institución es de 13 millones 200 mil empleos.