Los políticos de antes eran como los “enamorados a la antigua” de la canción de Roberto Carlos, esos que “suelen mandar flores”. Su principal capital era el trato cordial, antes, durante y después de estar en el poder, contaban con habilidad para hacer amigos, reciedumbre para llevar a cabo pactos y amarres, tenían palabra para cumplir acuerdos, además de habilidades en la operación política.
Para hacer carrera política era una condición ser un buen orador y si no estaba esa habilidad entre sus virtudes, debía contar con alguien para que le preparara los discursos. El discurso es la cortesía mínima que debe cumplir quien aspira a representar a un pueblo.
Y esto data desde la Roma antigua. Cuando Agripina asesina a su esposo Claudio para que el hijo de ella, Nerón, suba al trono. En esas condiciones hace traer del destierro a Séneca, importante escritor, filósofo e historiador, para que escriba el primer discurso que pronunciaría su primogénito al ascender el poder.
Continuando con el tema central de políticos en extinción, en el viejo sistema, el aspirante a un puesto de elección popular desarrollaba una especie de cortejo con el Gran Elector (Presidente o Gobernador), visitas con frecuencia, elogiós por sus decisiones, le preguntaba su opinión sobre diferentes temas. En esas relaciones había manifiesta admiración y reacciones de despecho cuando no resultaba ser el favorito.
Fue el caso de Mario Moya Palencia, Secretario de Gobernación en el sexenio de Luis Echeverría, y quien más sonaba para sucesor, pero cuando se enteró que el “favorito” era José López Portillo, se arrancó el Rolex que le había obsequiado el Presidente y lo estrelló sobre el escritorio, una reacción de despecho político.
MALOS CANDIDATOS SERÁN MÁS CAROS
Ayer como hoy, existen emprendedores de la política que no tienen ningún atributo que les permita ganar una elección. Quienes no son guapos, ni carismáticos, tampoco amigables, ni capaces de expresar ideas claras, mucho menos oradores consumados, serán candidatos mucho más caros.
A esta clase de personajes con carencias esenciales para ser candidatos, habrá que invertirles mucho más dinero, acercarle elementos profesionales en imagen, un eficiente equipo de comunicación y de relaciones públicas, para contra-restar el déficit de cualidades.
En esas circunstancias las estrategias electorales se han vuelto más caras, se les tiene que inyectar mucho dinero y sostener aparatos electorales a los que comúnmente se les llama estructura electoral, la cual aterriza en la nómina de los municipios, que son el principal soporte en una elección.
Esto no sólo ocurre en México, sino en casi todos los países del mundo. Esta mecánica ha propiciado que los ayuntamientos del país no realicen obras o un mínimo de ellas. Sólo los municipios grandes y ricos, pueden cubrir con las dos expectativas, sostener el aparato político y llevar a cabo obras para el beneficio de la comunidad.
Quizá a eso se deba que el alcalde de Victoria Xicoténcatl González Uresti siga en su puesto, al pueblo no le ha cumplido, pero quizá a su partido si, el primer signo fue en 2019 cuando todos pensaban que el PAN perdería debido a la pésima administración del Edil, pero no fue así.
En 2021 Acción Nacional puede volver a ganar en el municipio de Victoria, el ayuntamiento y las dos diputaciones locales, lo cual sería a costa de una elección cara, para abatir el rechazo y la desaprobación ciudadana originada por Xico. O bien el partido puede negarse a hacer una erogación tan fuerte y dejar perder la plaza, está en sus manos decidir.
ELECTORES DECIDIRÁN ENTRE CORRUPTOS O INEPTOS
Para cerrar el círculo de políticos en extinción y políticos caros, la conclusión es que hoy en día cualquiera puede ser alcalde o diputado, sin tener un antecedente que pueda augurar que cubrirá con un mínimo los principios básicos, es decir sin vocación de servicio y experiencia en el área correspondiente.
Quien ya estuvo en un municipio así sea como jefe departamento, tendrá una idea de lo que es el Ayuntamiento y la problemática de la ciudad, porque habrá sido un espectador con interés, sentado en primera fila y escuchando lo que se ha hecho y dejado de hacer.
Pero lo más importante son las cualidades de honestidad y compromiso social, no sólo en el municipio, sino en el Congreso del Estado o en la Cámara de Diputados.
Tenemos una crisis de valores en todos los sectores, no sólo en el terreno político, pero es en este último donde más se ha evidenciado. La elección de 2021 estará enmarcada por el enojo social, no sólo por la corrupción pasada y presente, sino por la indolencia e ineptitud de quienes detentan el poder, las políticas de gobierno durante la pandemia y los efectos de la desactivación económica que vamos a sufrir y que apenas empieza.
A estas alturas nos queda claro que los políticos son una especie en extinción, que su lugar lo ocupan en su mayoría gente descalificada, asimismo se percibe que la ineptitud hace tanto o más daño que la corrupción. El elector tendrá de decidirse entre estas dos opciones. He ahí el dilema, votar por los ineptos o votar por los corruptos. Lo cual en lenguaje coloquial equivale a tan malo el pinto como el colorado.