Corre, corre pequeña alma mía, corre ente los inmensos sembradíos de ilusiones; corre, corre al encuentro de tus amados sueños, corre por los que no alcanzaste cuando de ti se fueron; corre ahora por los sueños por los que irás a su encuentro; corre, y si de tanto tropezar acaso ya no puedas caminar, usa tus grandes alas para volar, y vuela, vuela tan alto como puedas, que nada te detenga hasta poder llegar. ¡Oh, alma mía! que nada detenga tu amado vuelo, que nada limite tu amado tiempo, porque una vez que dejes el suelo, nadie te podrá pisar.

Sueña, sueña pequeña alma mía, nunca dejes de soñar, y cuando despiertes amada mía, despierta a la maravillosa vida que un día te arrebatara lo que no deseaste pasar, por la amargura que te ofrecía quien nunca te pudo valorar. Sueña, sueña pequeña alma mía, nunca dejes de soñar, quien quite y un buen día puedas despertar.

Vuela, vuela pequeña alma mía y nunca dejes de volar, que nada impida tu vuelo, vuela tan alto, que los problemas cotidianos no te puedan alcanzar, vuela y sigue volando, tomada siempre de la mano de quien nunca te habrá de soltar, de Aquél que nunca te dio una esperanza vana, porque nunca te ha dejado de amar.

Corre, vuela y sueña pequeña alma mía, porque aquél que te dio la vida, te dio su amor y te dará la anhelada eternidad de una vida nueva, donde todos los sueños se hacen realidad, donde ya no necesitarás correr o volar, porque tu esencia bendita, tu paz y tu armonía, se instalarán en el divino corazón del Padre celestial.

Correo electrónico: enfoque_sbc@hotmail.com